En el aula nueva del Sínodo, el silencio y la oración hicieron de antesala a una exhortación: ¡Señor, abre nuestros oídos! Así se inició la marcha sinodal de uno de los eventos más importantes del casi sexto año de pontificado del papa Francisco, el encuentro para estudiar el tema de la “Protección de menores” en la Iglesia (Del 21 al 25 de febrero 2019).
La voz representativa de una víctima retumbó y rompió el silencio en el aula nueva del Sínodo en el Vaticano, quizás para tocar la mente, el corazón y las manos (acción) del Papa y de los 190 participantes convocados: (114) presidentes de las conferencias episcopales del mundo, religiosas, religiosos y expertos.
“Nadie me escuchaba, ni mis padres, ni mis amigos y tampoco más tarde las autoridades eclesiales. No me escuchaban y ni si quiera mi dolor. Y yo me pregunto: ¿Por qué? ¿Por qué Dios no me has escuchado?” [Silencio]
El papa Francisco presidió la apertura, cabizbajo y con los brazos cerrados en forma de círculo que se cerraban con sus manos entrelazadas en oración encima de la mesa.
Algunos de los obispos tenían la mirada fija, otros las manos en oración y los ojos cerrados, otros más absortos escuchaban silentes.
Un ambiente penitencial se vivió en la apertura esta mañana de los trabajos de tres días dedicados a la responsabilidad, el rendir cuentas y la transparencia.
A continuación, la oración dedicada a las víctimas:
Dios Todopoderoso y Padre, tú amas a todas las personas
y has enviado a tu Hijo para sanar a los que están heridos.
En medio de nuestro mundo, tu Iglesia está llamada a proclamar tu amor y tu bondad.
Pero innumerables niños, jóvenes y adultos han sido víctimas de crímenes en tu Iglesia.
Muchos se han callado y no han podido pedir ayuda.
Otros han hablado, pero nadie les ha creído, o han sido llamados mentirosos y silenciados.
Esto es lo que te pedimos a ti, Padre de los pobres y amigo de la vida:
Abre nuestros oídos al mensaje de aquellos que han sido violados y heridos en medio de tu Iglesia.
Toca nuestros corazones con el dolor de aquellos que han sido maltratados y abusados.
Que reconozcamos las heridas del pueblo y mostremos cómo debemos actuar
para que no se suprima la verdad y se haga justicia a los heridos.
No permitas que nuestros fracasos hagan que la gente pierda la fe en ti y en tu evangelio.Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
