Con Cristo en el corazón… Y en la cabeza
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La foto pertenece al tatuador español Juan Sánchez, quien posa durante una sesión de fotos en la Convención de tatuajes “Mondial du Tatouage” en el Grand Halle de la Villette en París el pasado 14 de febrero de 2019.
Precisamente, mientras en el mundo entero muchos celebraban la fiesta del amor, el Día de San Valentín, este hombre hizo público su gran amor: los tatuajes.
Se trata de una foto que ayuda a responder un sinfín de interrogantes sobre el origen y la práctica milenaria como es la de hacerse un tatuaje, una costumbre que se ha vuelto furor en nuestros días. Es ahí donde incluso se presentan algunas curiosidades:
¿Sabías que en Jerusalén, al cruzar la puerta de Jaffa, se encuentra la tienda de tatuajes de la familia Razzzouk, cuyo objetivo es que los peregrinos que acudan a la tienda se queden con un recuerdo perdurable de Tierra Santa?
El actual tatuador de la familia ofrece en el lugar varios moldes para hacerse tatuajes que incluyen motivos de la Resurrección de Cristo, la Crucifixión, la Cruz de Jerusalén o de San Jorge.
La tradición cristiana del tatuaje tiene más de mil años. Los primeros en tatuarse fueron, precisamente, los cristianos nacidos en Tierra Santa en el siglo VI, de acuerdo a los testimonios de Procopio de Gaza, quizá uno de los rétores griegos cristianos más importantes de la Segunda Sofística, tal cual recuerda esta nota publicada por Aleteia.
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Estos peregrinos se tatuaban cruces y el nombre de Cristo, y llevaron la práctica a Egipto, donde los cristianos coptos la adoptaron como propia. Al poco tiempo, los cristianos que hacían el peregrinaje a Tierra Santa también se tatuaban, para que quedara evidencia no sólo de su devoción, sino de haber hecho el viaje.
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