José de Jesús Pimiento Rodríguez, quien cumplió 100 años el 18 de febrero de 2019, hasta ese momento era el cardenal de mayor edad en la Iglesia y el obispo consagrado más antiguo del mundo. La Iglesia de Colombia, en este 2020, recuerda el primer aniversario de su fallecimiento.
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En septiembre de 1977, cuando llegó al Vaticano para participar en un sínodo de obispos y cardenales de todo el mundo, una pequeña tarjeta, escrita en latín y puesta en su lugar de trabajo, lo dejó mudo: “Su eminencia cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez”. Su asombro creció no solo porque los encargados del protocolo le hacían venias y lo trataban con mucha deferencia, sino porque nadie le había informado nada y en sus aspiraciones personales no figuraba la posibilidad de ser príncipe de la Iglesia y elector del papa.
El sínodo convocado por el papa Paulo VI para hablar sobre “El Catecismo de nuestro tiempo” terminó el 28 de octubre y el arzobispo, que según sus palabras “se hizo el bobo” para no darle trascendencia al hecho de ser creado cardenal, regresó a Colombia sin el solideo rojo, el anillo, la birreta y el título honorífico conferido por el pontífice a los cardenales. Sin embargo, en su intimidad, sin resentimientos, quedó con la sensación de que en el Vaticano “algo raro había pasado”.
Al llegar guardó en algún cajón la “tarjetica” que lo “nombraba” cardenal y se concentró en sus tareas de obispo de la diócesis de Manizales que tiene en su jurisdicción el llamado Eje Cafetero—una de las regiones más prósperas de Colombia— y presidente de la Conferencia Episcopal —CEC—, un organismo de notable impacto noticioso. Después de 21 años de trabajo pastoral, al cumplir la edad canónica de retiro, renunció y se refugió por un tiempo en un territorio de misiones en Urabá, en la frontera con Panamá.
En los últimos años se radicó en Floridablanca, un pequeño pueblo de Santander, donde a finales de 2014 recibió la llamada del papa Francisco informándole que “por su caridad pastoral, sus servicios a la iglesia y su testimonio de amor a Cristo y al pueblo de Dios” lo creaba, junto con otros cuatro obispos y arzobispos eméritos, nuevo miembro del colegio cardenalicio. El 4 de enero de 2015 durante el ángelus celebrado en la Plaza de San Pedro el santo padre oficializó la designación.
En una entrevista con el servicio informativo de la Arquidiócesis de Bucaramanga, el cardenal admitió que cuando Francisco lo llamó se asustó “un poco” y que más adelante se preguntó si a su edad —96 años— y su retiro obligatorio, el nombramiento tenía algún sentido. Con un humor fino que escondía en su rostro adusto, el purpurado confesó que la preparación de su investidura y el frustrado viaje a Roma para ser ungido como cardenal lo estresaron demasiado.
“El médico dijo que por mis problemas circulatorios no podía hacer un viaje tan largo y me advirtió: ‘si usted va a Roma llega derecho al hospital o al cementerio’, por tanto, no pude ir. Tocó pedir permiso al Vaticano para hacer la ceremonia en Bogotá”, relató Pimiento Rodríguez en medio de risas.
Conoció a siete papas —Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— y como obispo de Montería y Garzón-Neiva participó personalmente en las cuatro largas sesiones del Concilio Vaticano II celebrado en Roma entre 1962 y 1965. “El Concilio—sostiene— fue un gran acontecimiento personal y la universidad de mi vida porque allí amé más a la Iglesia y me entusiasmé más con la causa de Dios. Después, cuando regresé, comencé a aplicar sus pautas, con todas las dificultades y resistencias que siempre ha tenido”.
En esa gran asamblea que congregó a más de 2.500 obispos, cardenales y teólogos del mundo, afianzó su amistad y cercanía con Paulo VI, el Papa que estuvo a punto de crearlo como cardenal. De este santo dice que era “un hombre frágil en lo físico, pero poderoso espiritualmente” y a quien admiraba porque fue el verdadero cerebro del Concilio ya que siempre actuó con “serenidad, respeto y ponderación, sin imponer conceptos ni dogmas”.
De igual manera, este padre conciliar nacido el 18 de febrero de 1919 en Zapatoca, Santander, tuvo un papel protagónico en las conferencias generales del Episcopado Latinoamericano celebradas en Medellín (Colombia), Puebla (México) y Santo Domingo (República Dominicana), cumbres que marcaron los derroteros de la Iglesia en esta parte del mundo.
Una voz escuchada y polémica
Pimiento Rodríguez fue uno de los pastores más respetados y controvertidos en la Iglesia colombiana. Como obispo, arzobispo y presidente de la CEC, sus declaraciones sobre asuntos eclesiales o de la coyuntura colombiana siempre causaban impacto. Comentaristas y caricaturistas se referían con frecuencia a “los baculazos de monseñor Pimiento”, y lo hacían para recalcar que hablaba con la firmeza de su cayado obispal.
Matrimonio civil, divorcio, aborto, concordato, negociaciones con la guerrilla, el comunismo y otros temas controversiales siempre fueron analizados por él con franqueza. Amigos suyos sostienen que “a veces pareciera pasarse de la raya, pero en el fondo está presente esa voz del pastor que nos interpela con sinceridad para sacudirnos”.
Una muestra de su estilo la dio en una entrevista con El Tiempo en la que, sin nombrarlo, se refirió al presidente venezolano Nicolás Maduro: “Este monstruo de hombre, en la historia no ha habido gente así, ni Herodes, ni ninguno”. También criticó la relación histórica entre los partidos políticos colombianos y la Iglesia: “Los partidos han sido un desastre y la Iglesia no ha sabido manejarlos tampoco”. Sobre la Iglesia y los escándalos de pederastia anotó: “Tiene todas las flaquezas nuestras. Hay que saber entenderla, no es que sea una prostituta, es una pobre creatura humana que falla. Le falla a Dios”.
El lúcido cardenal llegó al siglo de vida con varios ‘récords’ a cuestas. Hasta ese momento, era el miembro del colegio cardenalicio de mayor edad, el obispo consagrado más antiguo del mundo, el noveno purpurado en la historia de su país y él único de los cardenales colombianos investido fuera del Vaticano.
Pimiento falleció el 3 de septiembre de 2019 y en estos días la Iglesia de Colombia volvió a recordarlo, a un año de su muerte.
(Actualizado septiembre de 2020)