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¿Comes tres veces al día? Si vives en Venezuela eres un privilegiado

VENEZUELA
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Carlos Zapata - publicado el 17/02/19
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“¡Es una situación insostenible para quien decide quedarse en Venezuela!”, afirma una dama en diálogo con Aleteia.

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“Este año no me haré mamografía, ni examen general de sangre, ni voy a ir al ginecólogo, ni al cardiólogo a mi control anual; tampoco llevé a Danny al pediatra, ni al odontólogo, aunque le está saliendo otro diente más fuera de sitio”.

“Y es que ni vendiendo mis cosas me alcanza para pagar por ello. Este mes tampoco me alcanzó para comprar una de mis medicinas, y llevo dos meses sin pagar el colegio. ¡Es una situación insostenible para quien decide quedarse en Venezuela!”.

Lo afirma María en su muro de Facebook, no sin antes aclarar que es “meramente informativo, para esas personas que siguen mis publicaciones a fin de saber lo que pasa en Venezuela”. Pues “no me gusta andar lloriqueando por mis problemas, sobre todo porque aún estoy en el grupo de afortunados”.

“También me pregunto si mi experiencia es la más adecuada, porque yo pertenezco al grupo de ‘personas privilegiadas’ que aún come tres veces al día; y mi hijo todavía come carne. ¡Hay gente que está muriendo… de hambre!”.

María, a secas, para no dar detalles de su identidad. Con esa condición, conversó la joven venezolana con Aleteia en medio de su angustia:

-¿Qué le pide a Dios, en medio de la crisis?

Fuerza, para aguantar. Entereza, para no dejarme vencer. Y poder sacar a mi hijo del país.

-Pero, ¿no le da un poco de optimismo todo lo que viene ocurriendo en los últimos días?

-Claro que sí. Si no tuviera hijos, pensaría en quedarme para reconstruir, porque ahora parece que el cambio está cerca. Pero se han perdido los valores y la educación se ha ido al traste. Yo quiero que mi hijo crezca con oportunidades en la vida; y siento que, aunque el cambio ocurriera hoy, no las va a tener.

¿Qué es lo más le duele?

-No es fácil ver a los niños del colegio de mi hijo pedir en Navidad que se muera Maduro (sic) y recordar que a esa edad ellos lo que deberían es pensar en jugar y ver televisión, porque eso es lo que hacía yo. Es muy complicado enseñar valores en un ambiente en el que estos se han perdido.

-¿Qué debería aprender un niño?

Un niño pequeño debería aprender las cosas en blanco y negro: lo que está bien y lo que está mal. Es complicado que entienda todos los matices de gris que va a necesitar para sobrevivir aquí.

Por ejemplo, ¿cómo le explicas a un niño que no debe regalar su desayuno, a menos que el otro niño esté pasando realmente hambre, porque sus padres han dejado de comer para que él pueda llevar desayuno al colegio?

¡No es fácil!

Pero uno como adulto asume esas cosas. Y es muy duro que los niños tengan que hacerlo también. Siento que les hemos robado su infancia.

-Pero, en medio de todo, hay confianza en Dios… Y en la Virgen, que también es madre…

-Como dije antes: si es por mí, yo me quedo. Pero mi hijito me duele mucho.

-¿Con qué soñaba usted siendo niña?

-Cuando yo era pequeña, quería ser astronauta. Estudié física con esa ilusión en mente. Pero luego supe que si no estudiaba en Estados Unidos o Europa no tendría oportunidad. Y que probablemente se me había pasado la edad.

Entonces comprendí realmente que en Venezuela podía ser muchas cosas, pero no cualquiera que yo quisiera. Tenía entonces 17 años.

Mi hijo aspira estudiar en la universidad en la que se formaron sus padres, la USB (Universidad Simón Bolívar). Y parece que no va a poder, porque la han destruido… Mucho menos va a poder ser lo que quiera ser. Podrá ser lo que pueda.

-Tal vez sí pueda ser lo que quiera. La historia está llena de evidencias. Dios hace la obra… Y hasta en el desierto surgen flores, como si hubiera primavera. El poder de Dios y la oración sin infinitos.

-Nosotros no somos (muy) creyentes. Soy pragmática y mi optimismo viene de las metas que yo veo alcanzables. He perdido el optimismo aquí. Yo era diferente antes.

-Rezaremos por usted…

En verdad, ¡muchas gracias!

 

 


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