En el año 828, los restos san Marcos reposaban tranquilamente en Alejandría en un templo construido en honor a él.
Personas de distintas partes del mundo visitaban el lugar del fundador de la iglesia copta, quien había fallecido en esas tierras en su misión de evangelizar África.
Según los italianos, el monje Staurazio y el sacerdote Theodore, custodios del santuario, temían por las reliquias del evangelista. Porque supuestamente el gobernador árabe de Alejandría había decidido tomar el mármol y columnas de las iglesias cristianas para construir un palacio.
Así que les pidieron a dos mercaderes venecianos que estaban en la ciudad por negocios y veneraban al santo, Buono da Malamocco y Rustico da Torcello, que por favor se lo llevaran escondido en su barco.
Astucia italiana
Lo primero que hicieron fue reemplazar su cuerpo con el de la mártir santa Claudia para que los habitantes de Alejandría no sospecharan nada si visitaban el templo.
¿Pero qué hacer en la aduana? A los italianos se les ocurrió colocar repollo y carne de cerdo alrededor de la caja donde estaban las reliquias.
Cuando los árabes revisaran, sólo la idea de tocar cerdo (animal impuro para ellos) les repugnaría… y así fue.
Entre Italia y Egipto
Fue así como las reliquias de san Marcos llegaron a Italia. Fueron recibidas por el obispo local y Giustiniano Participazio, undécimo dux de Venecia según la tradición.
Como la famosa basílica que hoy conocemos no estaba construida, las reliquias de san Marcos fueron colocadas en el Palacio Ducal hasta terminarse la construcción de la iglesia del ahora también patrón veneciano, donde además se pintó un fresco que relata la aventura de los dos mercaderes.
Sin embargo, los coptos siempre alegaron que se trató de un robo y que los restos del evangelista nunca corrieron peligro.
En aquel entonces, Venecia peleaba por el poder político del norte de Italia, el cual estaba sujeto al poder eclesiástico. Así que necesitaban las reliquias de alguien tan importante como san Marcos (Roma ya tenía las de San Pedro) para poder reclamarlo.
En 1968, el papa Pablo VI decidió devolver parte de las reliquias a los coptos.
El Patriarca san Cirilo VI (sucesor número 116 de San Marcos según los alejandrinos) envió una delegación a Roma días antes de la inauguración de la Catedral Ortodoxa Copta de San Marcos en El Cairo, hoy sede del Papa de Alejandría.
Allí mandó a construir un altar especial decorado con íconos coptos donde desde entonces los egipcios veneran a san Marcos. Así, sus restos ahora están repartidos en dos continentes.