Cómo tratar la intolerancia alimentaria al azúcar que se encuentra en las frutas y la miel
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La mayoría de las personas pueden comer una gran variedad de alimentos sin problemas, pero es cada vez más frecuente encontrarnos en el trabajo, en el colegio, o con algún familiar o amigo al que hay determinados alimentos o componentes de alimentos que le causan reacciones adversas, desde pequeñas erupciones hasta reacciones alérgicas graves. Estas reacciones adversas a los alimentos pueden deberse a una alergia alimentaria o a una intolerancia alimentaria (el organismo no digiere, metaboliza o asimila completa o parcialmente los alimentos).
Una de las intolerancias más comunes y conocidas es a la lactosa, pero hay otras menos frecuentes, pero no por ello menos importante como la intolerancia a la fructosa, que es fundamental detectar a tiempo para comenzar el tratamiento nutricional adecuado.
Veamos de qué se trata, cómo detectarla y la alimentación adecuada.
¿Qué es la fructosa?
La fructosa es un azúcar simple que está formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa, formando parte del azúcar común (sacarosa) que se encuentra de manera natural en las frutas y en la miel, y se absorbe en el intestino delgado.
Esta presente no solo en las frutas sino también en forma natural en la miel, y en pequeñas cantidades en algunas hortalizas.
En forma artificial en edulcorantes como el sorbitol, jarabes de arce, azúcar, para endulzar comúnmente refrescos, bollería, caramelos, entre otros.
Intolerancia a la fructosa o malabsorción a la fructosa
No es lo mismo, ser intolerante a la fructosa que presentar una malabsorción a la misma, la primera es una alteración metabólica mientras que la otra es digestiva, variando por lo tanto su forma de diagnóstico y de tratamiento.
La intolerancia a la fructosa o también llamada Intolerancia Hereditaria a la Fructosa (IHF) es un problema hereditario, ocurre a nivel genético por falta de una enzima del hígado llamada Aldolasa B. Es una enfermedad rara, que no tiene cura, pero sí tratamiento y que aparece en muy pocas personas.
Al no tener esta enzima se acumula en el organismo un producto intermedio del metabolismo de la fructosa el cual es tóxico para el organismo, presentando síntomas como náuseas, vómitos, deshidratación, disfunción hepática e hipoglucemia.
En cambio, la malabsorción a la fructosa, es una alteración digestiva en la que se producen dificultades en la absorción de la fructosa desde el intestino hacia el interior del organismo. Cuando hay un déficit o se inactiva el transportador específico (GLUT 5 y 2), el encargado de transportar a la fructosa, esto hace que no se puede absorber y quede en el tubo digestivo parte de la fructosa consumida por la persona, avanza por el colon fermentándose y liberando gases como hidrógeno, metano, a la vez que va arrastrando a su paso otros nutrientes.
Dependiendo de la severidad, algunas personas pueden presentar síntomas gastrointestinales como diarreas, gases, náuseas, dolor abdominal o no.
Diagnóstico
Para detectar:
Malabsorción a la fructosa, hay muchos exámenes, pero el más frecuente es el test de Hidrógeno espirado o también llamado del aliento. Esta es una técnica sin riesgos y no invasiva, pero para realizarlo se deben seguir ciertas normas dietéticas antes.
Intolerancia hereditaria a la fructosa, para este problema es necesario realizar una prueba genética específica.
¿Qué sucede con las frutas, vegetales y azúcares?
Las frutas y lo vegetales frescos no se deben eliminar del todo de la dieta, dependerá del diagnóstico (IHF o solo una malabsorción) y del grado de tolerancia que tenga la persona a la fructosa. Por ello es muy importante en ambos casos asesorarse con un nutricionista para conocer la cantidad que puede consumir sin provocarle molestias digestivas.
Solo en el caso de IHF, la dieta debe ser estricta y no debe contener más de 1 a 2 gramos de fructosa al día. Al disminuir el consumo de vegetales y frutas se puede producir un déficit de vitamina C y ácido fólico por lo que la mayoría de las personas deben ser suplementadas.
Cuando hay simplemente una malabsorción de fructosa dependerá del grado y si es parcial se podrá probar tolerancia con las distintas frutas y vegetales de bajo contenido en fructosa.
Vegetales con bajo contenido en fructosa (1 gramo/100gramos): espinacas, acelga, patatas, lechuga, pepino, rábano, remolacha, champiñones, albaricoque, maíz, aguacate (palta)
Frutas: lima, papaya, coco.
Legumbres: lentejas, garbanzos.
Frutos secos, almendras, castañas, avellanas son muy bien toleradas.
Cereales y derivados del pan.
Se pueden consumir frescos: carnes, pescados, huevos, lácteos (leche, queso, yogur naturales).
Endulzantes que se pueden utilizar con moderación, Stevia o sirope de arroz, glucosa, jarabe de glucosa como naturales y químicos sacarina, aspartamo, acelsufame, ciclamato, xilitol pero estos últimos no son de consumo diario.
Todos los productos elaborados (patés, embutidos, bebidas, zumos de fruta u otros), primero se deberá mirar el etiquetado nutricional, para saber si tiene añadido fructosa o aditivos en el procedimiento como el sorbitol (E420).
Limitar su consumo por su alto contenido en fructosa:
Fruta natural o en forma de zumos: albaricoque seco, los caquis, las cerezas, la ciruela, las pasa, la chirimoya, los dátiles, los higos secos, la manzana, la pera, la ciruela y la uva.
Vegetales: el apio, el brócoli, la calabaza, las cebollas, las coles, el repollo, la coliflor, la escarola, la zanahoria, los espárragos, los puerros y el tomate.
Se debe cuidar también el tiempo de maduración, porque cuanto más madura sea la fruta, mayor será su contenido de fructosa.
Endulzantes a evitar:
Azúcar, miel de caña y de abeja, caramelos, chicles, gominolas, galletas, helados, bollería, chocolate, turrones.
Dulces de membrillo y frutas pasas, desecadas o glaseadas.
Zumos naturales y comerciales de ciruela, manzana, melocotón y pera
Licores de frutas, jarabes de maíz.
Es importante saber cómo se puede tratar y llevar una vida normal, mediante un buen asesoramiento médico-nutricional, porque los niveles de tolerancia de cada persona son diferentes, lo que hace que varíe su tratamiento nutricional.
Si presentas problemas intestinales o molestias que no responden a una causa concreta, no elimines alimentos de la dieta por tu cuenta, consulta a un especialista para analizar lo que sucede y pueda hacer un diagnóstico certero.