Es raro ver aparecer en la Biblia personajes femeninos que sean profetas o liberadores de Israel. Débora es una de esas rarezas, la única mujer jueza durante cuarenta añosEl nombre ‘Débora’ en hebreo significa ‘abeja’, ese perspicaz animal que construye casas para proteger y abastecer a sus hermanos y hermanas.
Una metáfora que puede aplicarse sin titubeos a esta mujer valiente y tenaz que durante cuarenta años formó parte de los Jueces de Israel, en una época delicada y tensa frente a la opresión que sufría su pueblo por los cananeos en el siglo XII a.C.
Débora aparece mencionada en el libro bíblico de Jueces y es descrita así: “En aquel tiempo, juzgaba a Israel una profetisa llamada Débora, esposa de Lapidot. Ella se sentaba debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím, y los israelitas acudían a ella para resolver sus litigios” (Jue 4, 4-5).
En aquella época, los jueces eran los hombres, que recorrían el país y eran consultados para resolver las diferencias y velar por el mantenimiento de las costumbres de Israel. Débora era, pues, una figura de excepción, y sus méritos no fueron pocos…
La profecía de Débora
En efecto, Débora aparece en la Biblia también como dotada del don de la profecía. Un día, hizo llamar a Barac, general de los israelitas, y le reveló la voluntad de Dios: “Ve a reunir en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo atraeré hacia ti, al torrente Quisón, a Sísara, Jefe del ejército de Iabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos”.
Barac acató la orden de la profetisa y reunió un gran número de hombres venidos de seis tribus, aunque sin reunirlas a todas, cosa que luego se reprochará a las tribus ausentes. Barac pidió a la profetisa que marchara a su lado, consciente de que había sido inspirada por Dios, a lo cual Débora accedió: “Yo iré contigo; pero entonces la gloria de la campaña que vas a emprender no será para ti, porque el Señor pondrá a Sísara en manos de una mujer”.
Se emprende la batalla
Bajo el liderazgo de Barac acompañado de Débora tuvo lugar una batalla desenfrenada de las fuerzas reunidas de Israel contra el enemigo cananeo dirigido por Sísara, con sus novecientos carros de hierro y todo su pueblo detrás. La lucha fue feroz, una auténtica escena bélica. El ejército de Sísara era superior y la victoria era fácilmente suya.
Sin embargo, una maniobra táctica de los hebreos ayudada de un diluvio providencial ablandó la tierra bajo las ruedas de los carros enemigos, que se hundieron en el fango y el ejército de Sísara, incapaz, inició la huida. Ningún soldado cananeo se salvó, todos probaron el filo de la espada…
Durante la desbandada, el jefe cananeo logró huir y encontró refugio en la carpa de Jael, esposa de Jéber, un aliado. Jael violó todas las normas de hospitalidad cuando, mientras Sísara dormía el sueño de los vencidos en la tienda, tomó una estaca y se la clavó en la sien. Como predijo Débora, la victoria llegaba por manos de una mujer…
El cántico de victoria
Tras la victoria, Débora entonó, junto a Barac, uno de los cánticos más antiguos y más conocidos por su belleza y su poesía.
Aquí un extracto: “Desde el cielo combatieron las estrellas, desde sus órbitas combatieron contra Sísara. ¡El torrente Quisón los arrastró, el antiguo torrente, el torrente Quisón! ¡Avanza, alma mía, con denuedo!” (Jue 5,20-21). Este cántico resalta el triunfo de Israel en Galilea.
Después de los sufrimientos padecidos por Israel por su conducta indebida, el espíritu de Dios estaba de nuevo con su pueblo, apoyándole en su conquista bélica contra este enemigo que simboliza el politeísmo. Este poderoso relato, iniciativa de una sola mujer, marcó la paz del pueblo de Israel durante cuarenta años. Durante mucho tiempo impregnó la literatura bíblica, especialmente los Salmos, y sigue siendo sobre todo una hermosa lección sobre el valor y el ministerio de una mujer llamada Débora en los antiguos tiempos bíblicos.