¿Conoces a la mujer que san Juan Pablo II sostuvo como modelo de la oración por la unidad de los cristianos, la beata María Gabriella de la Unidad?
Maria Sagheddu nació en una gran familia de medios modestos en la isla de Cerdeña en 1914. A los 21 años, ingresó en un convento trapense y tomó el nombre de María Gabriella.
La extrema pobreza sufrida por la comunidad las llevó a fomentar un espíritu de sacrificio y abandono a la divina providencia, todo por el amor de Dios.
Una hermana de la comunidad tuvo esta última petición en su lecho de muerte: “Por favor, limpia mis labios. Me voy a besar al novio”.
Un año después de que María ingresara al convento, su abadesa anunció que las hermanas participarían en la “Octava de la Oración de la Unidad”, ocho días de oración pidiendo a Dios que pusiera fin a las divisiones en el cristianismo.
Una causa digna
Inmediatamente después del anuncio, una hermana de 78 años llamada Madre Inmaculada se acercó a su abadesa para pedirle que le ofreciera el resto de su vida como oblación por la unidad de los cristianos:
“He venido a pedirle permiso para ofrecérselo al buen Señor el poco tiempo que me queda. ¡Es verdaderamente una causa digna!“.
Exactamente un mes después de que concluyera la octava, la Madre Inmaculada murió.
Con este testimonio ante ella, Maria Gabriella siguió su ejemplo. Al año siguiente, cuando se anunció la octava, María Gabriella solicitó y recibió permiso para ofrecer su vida por la causa de la unidad de los cristianos.
Casi inmediatamente después, se sintió enferma y finalmente se le diagnosticó tuberculosis.
Su sufrimiento aumentó dramáticamente, pero también lo hizo la alegría que irradiaba.
Un año después, murió la Hna. María, habiendo revelado su sacrificio solo a un puñado de confidentes, incluida su abadesa y su director espiritual.
Que sean uno
En el momento de su muerte, sus hermanas trapenses descubrieron que la Biblia de María Gabriella se usaba particularmente en Juan 17, que contiene la oración de Cristo de “que sean uno” (Juan 17,20 y 22).
Aunque María era una completa desconocida en vida, Dios eligió exaltar a esta humilde alma después de su muerte.