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El Papa está preocupado por Nicaragua, Venezuela y denuncia nacionalismo, populismo en el mundo

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 07/01/19
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En la audiencia al Cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede, reconoce “un espíritu generoso de solidaridad y caridad cristiana” de Colombia en favor de los migrantes de Venezuela El papa Francisco ha citado hoy varios países auspiciando paz y reconciliación entre otros, en Venezuela, Nicaragua y en Oriente Medio; Siria e Iraq, durante la audiencia al Cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede. 

Ante 183 embajadores acreditados en la Santa Sede, reafirmó que la misión de la Sede de Pedro “no busca interferir en la vida de los estados, sino que su pretensión no es otra que la de ser un observador atento y sensible de las problemáticas que afectan a la humanidad”. 

El Obispo de Roma instó a favorecer “la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas” y, en este sentido, citó a “la amada Nicaragua, cuya situación sigo de cerca, con el deseo de que las distintas instancias políticas y sociales encuentren en el diálogo el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación”. 

Asimismo, señaló que “el buen político no debe ocupar espacios, sino que debe poner en marcha procesos; está llamado a hacer prevalecer la unidad sobre el conflicto, que tiene como base «la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante»”

Francisco lamentó “las tendencias populistas y nacionalistas”, la reaparición de corrientes semejantes a estas produce “una crisis de credibilidad de la política internacional y una creciente marginación de los miembros más vulnerables de la familia de las naciones”. 

Así pues, consideró importante “que en la actualidad no falte tampoco la voluntad de un diálogo sereno y constructivo entre los estados”. 

Además denunció el “resurgir de tendencias nacionalistas que minan la vocación de las organizaciones internacionales de ser un espacio de diálogo y encuentro para todos los países. 

Igualmente evidenció el mal estado de la política en varios países como “resultado de la evolución de las políticas nacionales, condicionadas cada vez con mayor frecuencia por la búsqueda de un consenso inmediato y sectario, en lugar de buscar pacientemente el bien común con respuestas a largo plazo”. 

En su denso discurso al cuerpo diplomático, subrayó las “nuevas formas de colonización ideológica” que a menudo “no respetan la identidad, la dignidad y la sensibilidad de los pueblos”. Al mismo tiempo, explicó están detrás de “la creciente preponderancia de poderes y grupos de interés en los organismos internacionales”. 

Indicó que “entre globalización y localismo” se “produce siempre una tensión”. Por tanto, invitó a “poner atención a la dimensión global sin perder de vista lo que es local”. Esto para que no “resurjan los nacionalismos”.

En varios puntos de su discurso citó a su predecesor, Pablo VI, para señalar el “primado de la justicia y del derecho” que no se sobrepone “por la fuerza, la arrogancia, la violencia, la guerra y ni siquiera, por el miedo o el engaño”. 

Instó a que los políticos escuchen a sus pueblos, pero manifestó su preocupación por la “tendencia a hacer prevalecer y a perseguir los intereses de cada nación” sin recurrir a “los Tribunales internacionales”, cuando hay disputas. 

Reconoció que “la buena política está al servicio de la paz, porque hay una íntima relación entre la buena política y la pacífica convivencia entre pueblos y naciones. La paz no es nunca un bien parcial, sino que abraza a todo el género humano”. 

El Pontífice mencionó también a Colombia como ejemplo de solidaridad en la acogida de migrantes que desde Venezuela llegan al país fronterizo. 

“No puedo dejar de agradecer los esfuerzos de muchos gobiernos e instituciones que, impulsados por un espíritu generoso de solidaridad y caridad cristiana, colaboran fraternamente en favor de los migrantes”. 

“Entre estos, me gustaría mencionar a Colombia, que, junto a otros países del continente, en los últimos meses ha recibido a un gran número de personas de Venezuela”. 

Al mismo tiempo, dijo estar “consciente de que las olas migratorias de estos años han causado desconfianza y preocupación entre la población de muchos países, especialmente en Europa y América del Norte, y esto ha llevado a varios gobiernos a limitar en gran medida los flujos entrantes, incluso los de tránsito”.

Sin embargo, manifestó, “creo que no es posible dar soluciones parciales a una cuestión tan universal. Las emergencias recientes han demostrado que se necesita una respuesta común, coordinada por todos los países, sin prevenciones y respetando todas las instancias legítimas, tanto de los Estados como de los migrantes y refugiados”. 

Al final, el Pontífice saludó uno a uno a los embajadores representantes de los Estados que actualmente tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, junto a sus esposas. “A través de ustedes, quiero hacer llegar mi cercanía a los pueblos que representan, junto a mi deseo de que el año que comienza traiga paz y bienestar a todos los miembros de la familia humana”.

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