La receta detrás del discurso navideño del Papa dirigido a los empleados de la Santa Sede “Ser santos para ser felices”, “no tengamos miedo”, “santos de la puerta de al lado”, con pecados y defectos, pero “no santos con cara de estampita”, sino “santos de carne y hueso” es el augurio de navidad del papa Francisco para los empleados de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano recibidos en audiencia este viernes 21 de diciembre de 2018.
Respecto a un clima pesado en el ambiente de trabajo, Francisco sostuvo: “Pero si cada uno refleja un poco de la santidad de Jesús, un poco es suficiente, un pequeño rayo – una sonrisa, una atención, una cortesía, una disculpa – entonces todo el ambiente de trabajo se vuelve más “respirable” y se despeja el clima pesado que a veces creamos los hombres y las mujeres con nuestras intimidaciones, cierres, prejuicios, y trabajamos aún mejor, con más fruto”.
“Existe algo que entristece el trabajo” en Navidad: el cotilleo (el chisme). “Por favor no hablar mal de los demás. ‘Si, pero él me está antipático! Silencio, reza por él, pero no hablen mal porque esto destruye, destruye la amistad, la espontaneidad”. Francisco aconsejó: “mejor decir las cosas abiertamente”, dijo.
“Existe una buena medicina para no chismear…Yo se las diré: Cuando tienes ganas de chismear entonces, muérdete la lengua. Así no hablarás mal”, abundó.
En los acostumbrados saludos navideños en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Pontífice exhortó a ser personas que se dejan “sorprender” como los pastores del pesebre. Y recordó lo que decían los ángeles: “He aquí, les anuncio una gran alegría, que será de todo el pueblo” (Lc 2, 10).”.
En su sexto saludo de navidad a los empleados vaticanos desde que es Obispo de Roma exhortó a ser “santos y santas en carne y hueso, con nuestro carácter, nuestras faltas, incluso nuestros pecados, pero listos para dejarnos ‘contagiar’ de la presencia de Jesús en medio de nosotros”.
Una santidad de la puerta de al lado sin clamor. “Normalmente son personas que no parecen, simples, modestas, pero que hacen tanto bien en el trabajo y en las relaciones con los demás”. Y son sobre todo alegres porque llenos de serenidad interior y capacidad para transmitirla. Serenidad que viene “siempre de Jesús”, explicó Francisco, del “Emanuel, Dios-con-nosotros”, porque “Él es la fuente de nuestra alegría, ya sea personal, en la familia o en el trabajo”.
En su discurso agradeciendo a los empleados de la Santa Sede, el Pontífice definió “por excelencia”, la Navidad como “una fiesta gozosa” aunque constata que a menudo, las personas ocupados en otras cosas “al final” no hayan alegría, o si la hay “es muy superficial”.
Por ello, destacó la santidad detrás del trabajo, de la vida cotidiana, la familia y las relaciones. Instó a mirar el pesebre y a notar la presencia de los trabajadores, del trabajo que “siempre tiene una parte de fatiga”. Pero, que lleva a la santidad. “Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de la santidad. Es el camino de la alegría. Feliz Navidad a todos!”.