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Adam y Guy Makey son hermanos y apasionados de los cómics desde muy jóvenes. Ambos tienen otra cosa en común: tienen diagnosticado síndrome de Asperger, un trastorno del espectro del autismo.
Por eso cuando Adam compartió con su madre la idea de abrir una librería, a ella al principio el proyecto no le pareció en absoluto realista. ¿Cómo sabría Adam gestionar la empresa, tratar con los clientes, lidiar con los proveedores...? Sin embargo, poco a poco, la idea fue abriéndose camino y, en 2011, la familia pudo comprar una pequeña tienda en Huntingdon, en la región de Cambridgeshire, en el este de Inglaterra.
“Esta tienda tiene alma”
“Los cómics se convirtieron en algo muy importante para mí cuando mis padres me hablaron de mi diagnóstico de síndrome de Asperger”, explica Adam. “Me recuerdan que es aceptable no ser como todo el mundo”.
A Guy, por su parte, le atrae particularmente el hecho de que los superhéroes tengan una misión moral. “Sus motivaciones son más fáciles de comprender, sus metas y sus propósitos son más fáciles de descifrar que los de alguien que encuentres en la calle, por ejemplo”.
Su madre pone de relieve el hecho de que los cómics van dirigidos a todos, tanto adultos como a niños.
Los dos hermanos están comprometidos con el aspecto visual y rico en detalles del mundo del cómic. Se han estudiado bien la lección y les encanta transmitir su pasión a sus clientes. Ellos reciben a los clientes, conversan con ellos y les presentan las obras nuevas.
Actualmente, la pequeña empresa familiar marcha bien. Se llama Nicho Comics. Tuvo que adaptarse a los límites de sus dos gerentes y, como las matemáticas no eran su fuerte, la tienda invirtió en una caja registradora especial. Cuando las relaciones con los proveedores suponen un problema, su madre interviene para actuar como intermediaria. Siete años después del comienzo de la aventura, Angela está muy orgullosa del resultado. Y es que, según dice, “esta tienda tiene alma”.