El país sudamericano y una votación para hacerle frente a uno de los grandes flagelos que lo acechan
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Este domingo en Perú no se habló del fútbol, al igual que en el resto del continente, pues el país tenía una cita con su futuro y la lucha contra el gran rival de la corrupción.
Miles de peruanos concurrieron a las urnas para votar, a través de un referéndum, la propuesta de cuatro reformas a la Constitución.
Los puntos calientes de la reforma
En ese sentido, el objetivo y el esfuerzo contra la corrupción se vio plasmado en el punto que hacía referencia a la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura, el organismo encargado de elegir y decidir todo lo vinculado a los jueces y fiscales en Perú. Lo que ha planteado la reforma ha sido cambiar el nombre actual por el de Junta Nacional de Justicia (JNJ). El principal cambio radica en la posibilidad de que ahora la elección pueda darse luego de un concurso público y una evaluación personal.
Otro de los puntos puestos a consideración, y que también contó con el respaldo de la ciudadanía, ha sido el de la financiación de los partidos políticos. Es aquí donde imperó el concepto de rendición de cuentas en todo momento, no solo durante la campaña.
En tercer lugar, también con fuerte respaldo popular, apareció la prohibición de la reelección inmediata de los congresistas (más del 80% ha votado a favor de esta prohibición). Uno de los principales argumentos en este caso ha sido el de mayor transparencia y evitar el enriquecimiento contraproducente de las élites que están en el poder.
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Por último, el cuarto punto puesto a consideración de la ciudadanía en el referéndum, pero que finamente no fue aprobado, ha sido el de la “bicameralidad”. Fue con el expresidente Alberto Fujimori (1992) que el sistema parlamentario en Perú dejó de tener las dos cámaras tradicionales. Luego, en 1993 el país pasó a ser unicameral a través de una reforma constitucional. Sin embargo, ante el intento de volver al sistema anterior, en este caso la decisión fue por el no.
Entre los principales argumentos esgrimidos por los defensores de las dos cámaras se encuentra el de la “calidad de las leyes”, pues si bien es más largo el proceso de discusión, los proyectos tienden a hacer más meditados. Como contraparte aparece también la celeridad.
Pero más allá de este último punto que quedó por el camino, lo acontecido en Perú en las últimas horas ha sido una clara señal de la ciudadanía, a esta altura cansada de todo lo que tiene que ver con la corrupción. De momento, con estas reformas aparecen oportunidades para que la Justicia pueda tener otra capacidad de decisión y para que la palabra transparencia siga ganando terreno.
Y todo esto acontece en momentos donde el fantasma del Odebrecht –entramado de corrupción que golpeó a varios países de América Latina- sigue dando vueltas y los presidentes tienen dificultades para culminar “limpios” sus mandatos. Ahora las cartas están sobre la mesa y ojalá Perú logre plasmar todos sus esfuerzos en este duro y difícil combate.
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