La respuesta del Pontífice a la misiva donde los frailes le hacen partícipe de su testimonio “en la torturada tierra de Siria”“En ustedes y en los habitantes de la amada Siria vemos a Jesús que sufre”, escribió el papa Francisco en una carta de respuesta a los frailes franciscanos, quienes remitieron una comunicación al Vaticano para hacer partícipe al Pontífice de su testimonio en la “torturada tierra de Siria”. La misiva firmada por Francisco el 19 de noviembre de 2018 está dirigida a los padres Hanna Jalloufo y Louai Bsharato.
“Deseo compartir su sufrimiento y decirles que estoy cerca de ustedes y de las comunidades cristianas tan maltratadas por el dolor experimentado en la fe en Jesucristo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta pobreza, cuánto dolor de Jesús que sufre, que es pobre, que ha sido expulsado de su patria! ¡Es Jesús! Es un misterio. Es nuestro misterio cristiano. En ustedes y en los habitantes de la amada Siria vemos a Jesús que sufre”.
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“Nada mejor – prosiguió – que el martirio puede simbolizar la manera propia del cristiano de participar en la historia de salvación de la humanidad. Los mártires construyen el Reino de Dios, siembran cristianos para el futuro, son la verdadera gloria de la Iglesia y nuestra esperanza.
Un testimonio así está llamado a no perderse ni siquiera en medio de la tormenta. No pocas veces el mar de la vida nos reserva una tempestad, pero de las olas existenciales nos llega un signo inesperado de salvación: María, la Madre del Señor, asombrada, en silencio, mira al Hijo inocente crucificado que llena de sentido la vida y la salvación de los hombres”.
El papa Francisco aseguró a los franciscanos en Siria y a la población su constante recuerdo en la “Comunión eucarística para que el incontable dolor se transfigure en la divina esperanza”.
Sucesivamente citó el apóstol Pablo la Carta a los Romanos. «¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado».
Por último, imploró a la Virgen para que les “proteja bajo su Manto de Gracia y suplique para ustedes el don de la perseverancia”. Y les bendijo “de corazón y a todas las familias cristianas confiadas a su valerosa custodia”. Además pidió que siguieran rezando por él.