La curiosa zona del país sudamericano donde las mujeres tienen mayor esperanza de vida Azuay, Cañar y Loja. Para muchos quizás este último nombre resulte más familiar, pues es en esa localidad de Ecuador donde se homenajea a la famosa Virgen del Cisne. Sin embargo, estas tres provincias que integran lo que se conoce como el Austro ecuatoriano guardan un secreto y no en vano se han transformado en un auténtico canto a la vida.
Es en esta zona donde las mujeres, en 2015, tuvieron una esperanza de vida superior a los 80 años, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, replica El Comercio. La tendencia no es cosa del pasado, sino que sigue y ya se proyecta para 2020 que siga subiendo.
“El Valle de la Longevidad”
Es precisamente en una de las parroquias de Loja donde se encuentra Vilcabamba, un lugar que es denominado el “Valle de la Longevidad”. Pasear un rato por sus calles -en una aldea donde también es posible regocijarse con el verde y la tranquilidad- es sinónimo de encuentro con personas ancianas, muchas de las cuales asisten al centro gereontológico local.
La promotora de ese centro cuenta que las personas que ahí acuden tienen entre 65 y 104 años y suelen mantenerse activos a través de la actividad física, las manualidades, además del baile y hasta el cultivo de huertos.
“Estamos activas, alejamos el estrés y ocupamos el tiempo libre”, dice una de las mujeres a El Comercio. Pero otras se animan a ser más sinceras y a decir que no hay secretos. “Yo no hice nada que me llevara a esta larga vida. He visto a personas cuidarse de todo y mantener dietas, pero yo no tengo ni idea de cómo vivo tanto. Es un deseo de Dios”, cuenta otra.
A estas voces se suma la de Lastenia Méndez, una mujer de 96 años que es reconocida por todos sus vecinos por siempre estar feliz.
“He trabajado duro cultivando la huerta y ordeñando vacas. Una vida larga es un regalo de Dios”, sentencia.
¿Mito o realidad?
Sin embargo, también hubo algunos investigadores que cautivados por las historias que ahí trascendían quisieron conocer de primera mano la realidad local. Fue ahí cuando descubrieron que muchas de las cosas que habían escuchado eran un tanto “exageradas”. Según estos, al momento de preguntar por la edad muchos no recordaban la cifra con exactitud. De todos modos, los datos del censo mencionado anteriormente dan cuenta de una tendencia que nadie puede contradecir.
Mientras esto sucede muchos comienzan a hacerse varias preguntas, pues no es de extrañar que se quiera escuchar la receta de la longevidad y los motivos de por qué la esperanza de vida de las mujeres ahí es elevada. Estos testimonios, los mencionados, no hablan de recetas, pero sí dan esperanza, fortalecen el espíritu y hacen recordar una vez más la importancia que tienen los ancianos dentro de las sociedades contemporáneas.
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Con información en base a El Comercio