A ratificar los buenos modales en la cancha
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Los dirigentes de Boca Juniors y River Plate parecen empeñados en hacer de la final de la Copa Libertadores que por primera vez ambos disputarán entre sí una gran fiesta de la fraternidad. El desafío es mayúsculo, y los buenos gestos que se están viendo deberán ser ratificados en los estadios. Pero, ¿Por qué no habría de ser una fiesta?
El mismo presidente argentino Mauricio Macri, que presidió antes de su incursión política el Club Atlético Boca Juniors, había expresado su anhelo de que el partido no se dé: “Es una locura, ¿sabés la presión que va a ser eso? El que pierde tarda 20 años en recuperarse”. Pero una vez confirmado el encuentro, se mostró entusiasmado y anunció algo que luego no pudo concretar: que los encuentros se disputen con afición visitante.
Ocurre que por motivos de seguridad, en la Argentina desde hace varios años los encuentros oficiales se disputan mayoritariamente con afición local. Pero los mismos clubes desestimaron la opción.
No sólo pasa en la Argentina: los clásicos en el fútbol enfrentan aficiones en disputas que van desde la aparentemente simple “chicana” y comentarios orales o en redes sociales, a la violencia verbal y física en grados extremos. Incluso la muerte. Según la Asociación Salvemos al Fútbol desde 1922 se han registrado 325 muertes asociadas a partidos de fútbol, tres durante el último año.
Una vez anunciada la final, las primeras señales de paz llegaron desde Rusia. Sebastián Driuzzi, ex jugador de River, y Leandro Paredes, ex Boca, comparten plantel en el F.C. Zenit, de San Petesburgo. Rápidamente, ambos retrataron la fraternidad que ha de reinar en encuentros de fútbol con una fotografía, de espaldas, abrazados, luciendo sus camisetas de origen, y la frase: “Somos rivales no enemigos, disfrutemos de esta histórica final sin violencia”.
Lamentablemente, los comentarios al posteo realizado en la cuenta de Driuzzi dieron fehaciente cuenta de lo complejo del asunto. Algunos usuarios respondieron “Solo le pido a Dios que se mueran todos los bosteros” o “Los vamos a matar, los vamos a matar no va quedar ni una gallinaaa viva”.
Los presidentes de River y Boca, Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici también dieron muestras de fraternidad en televisión, dando juntos una entrevista, y con distintos gestos. D’Onofrio hizo una visita a la Villa 31 y abrazado a un joven vestido con indumentaria de Boca dijo: “Entendamos todos, es un juego. Donde una va a ganar y el otro va a perder, uno va a estar alegre y el otro va a estar triste, pero nada más. Entendámoslo”.
“Es un verdadero orgullo para el fútbol argentino poder vivir esta fiesta. Convocamos a simpatizantes, hinchas y socios a vivir estas jornadas como lo que son: una celebración popular que no sabe de fronteras. En paz, con pasión y en convivencia. Vivamos estas finales sabiendo que
#SomosRivalesNoEnemigos”, expresaron ambas entidades en un comunicado conjunto.
La primera final tendrá lugar el sábado 10 en la Bombonera, el estadio de Boca. Dos semanas después, el 24, será el partido de vuelta en el Monumental de Núñez. Los clubes habían intentado posponer el partido al sábado a la noche o al domingo, para que, según expresaban, puedan ver el partido los miembros de la colectividad judía en el marco del shabat. Sólo lograron atrasar el horario de inicio una hora.
En 180 minutos jugadores y dirigentes deberán ratificar con su comportamiento si verdaderamente encarnan la fraternidad que pregonan, y se verá así, si con su actitud alcanza para contagiar a la afición.
El fútbol debe ser una fiesta. #SomosRivalesNoEnemigos.