La resistencia a pedir perdón es algo humano. Es una de las miserias que hemos de combatir. La pregunta es si estamos dispuestos a hacerlo.
Hace unos días, ingresó en prisión en España Rodrigo Rato, político y financiero que había sido presidente de Bankia, vicepresidente económico del Gobierno de España y presidente del Fondo Monetario Internacional. Está condenado a 4 años y medio de prisión por apropiación indebida al probarse que había permitido (a sí mismo y a otras personas) el uso de 12 millones de euros a través de tarjetas de crédito opacas a Hacienda. Tiene 69 años.
Los periodistas que se encontraban apostados a las puertas de la cárcel de Soto del Real se sorprendieron al ver que Rato, momentos antes de ingresar en el centro penitenciario, hacía estas declaraciones: “Pido perdón a la sociedad y a aquellas personas que se hayan sentido decepcionadas o afectadas”. No estamos habituados a que un político pida perdón, de ahí la sorpresa.
En cuestiones de perdón, por mucho que David Bisbal cante ahora “quiero pedirte perdón”, lo cierto es que es el deporte que menos practicamos. Cuando actuamos mal, enseguida hacemos que eso desaparezca de nuestra vista: pasamos a otro tema de conversación, desviamos la atención, cambiamos de ruta, ordenamos que se trabaje en otro asunto… Carpetazo y aquí no ha pasado nada. O eso creemos.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.