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Falta aún mucho para vencer la guerra contra el hambre

HUNGER

United Nations Photo-(CC BY-NC-ND 2.0)

Paul de Maeyer - publicado el 04/11/18

Presentada la edición 2018 del índice global del hambre

En la lucha contra el hambre y la desnutrición, se han alcanzado en el periodo entre el año 2000 y hoy, objetivos importantes, pero los conflictos y las consecuencias de los cambios climáticos amenazan con terminar con estos progresos, como ya está sucediendo en algunos países del mundo.

Este es en síntesis el mensaje lanzado por el Índice Global del Hambre 2018 (o GHI, del inglés Global Hunger Index), presentado el jueves 11 de octubre en Berlín por la ONG Welthungerhilfe – activa en tres continentes y en 38 países del planeta, entre ellos Corea del Norte –, y también en Milán por el CESVI (acrónimo de Cooperación y Desarrollo).

Situación general

Del nuevo informe, del que se publica la décimo tercera edición, y que está realizado por la ONG alemana en colaboración con la agencia humanitaria irlandesa Concern Worldwide, se desprende que a nivel mundial, el GHI descendió de 29,2 en 2000 a 20,9 hoy, es decir, un decrecimiento del 28%.

Lo que ha permitido la mejora ha sido el descenso registrado en cada uno de los cuatro indicadores clave usados para calcular el índice, que es un valor estadístico que va del 0 (hambre cero) al 100 (valores máximos), es decir, desnutrición, malnutrición aguda (wasting en inglés), malnutrición crónica (stunting) y mortalidad infantil.

En los países incluidos en el informe, la proporción de la población desnutrida ha descendido en el periodo 1999-2001 a 2015-2017 del 17,6% al 12,3%. Además, el porcentaje de niños menores de cinco años de vida llamados stunted (afectados por malnutrición crónica) ha disminuido del 37,1% en 1998-2002 al 27,9% en 2013-2017. En cambio, más reducido ha sido el descenso de los niños afectados de desnutrición aguda (wasting): del 9,7% al 9,3%. Un descenso importante se registrado en la mortalidad de niños entre los 0 y los 5 años: del 8,1% en 2000 al 4,2% en 2016.

Tres países que en el año 2000 tenían aún niveles de hambre “extremamente alarmantes”, o sea, Angola, Etiopía y Ruanda, han logrado por ejemplo disminuir sus índices en 20 o más puntos. En los tres casos ha sido fundamental que hayan salido de una “destructiva guerra civil”, recuerda el informe.

La situación en algunas regiones

Según el informe, las dos regiones del mundo con el índice GHI más alto, de 30,5 y 29,4 respectivamente, son el Asia meridional y el África subsahariana. Los valores de los cuatro indicadores básicos en ambas regiones son “inaceptablemente altos”, subrayan los autores.

En el Asia oriental y en el Sudeste asiático, y también en el Cercano Oriente y en el Norte de África, en América Latina y en el Caribe, en la Europa oriental y en la Comunidad de Estados Independientes (CSI), en cambio, el índice varía de 7,3 a 13,2.

En lo que respecta al África subsahariana, donde la tasa de desnutrición era del 22% en el periodo 2015-2017, dos elementos, los conflictos y las condiciones climáticas adversas, son los que más exponen a la desnutrición a a población de esta zona.

En países que lidian con crisis prolongadas, la tasa de desnutrición es, de hecho, dos vesce más alta respecto de los países no afectados por guerras o conflictos. Los diez países con la tasa más alta de mortalidad de niños por debajo de los 5 años están todos situados en el África subsahariana, de los que siete son los llamados “Estados frágiles” (Fragile States).

El impacto del fenómeno climático El Niño ha acentuado además en el periodo 2015-2016 las alteraciones climáticas ya presentes en esta parte del globo y ha llevado a periodos de sequía prolongados, cosechas reducidas y pérdida del ganado en muchas zonas del Continente.

República Centroafricana

Según los criterios adoptados por los autores del informe, solo en un país se registra un nivel de hambre clasificado de “extremamente alarmante”: la República Centroafricana. En otras seis naciones del globo, Chad, Haití, Madagascar, Sierra Leona, Yemen, y Zambia, el nivel de hambre se considera “alarmante”. Además, en 45 de los 119 Paesi que han recibido un ranking, los niveles de hambre se consideran “graves”, en otros 27 “moderados”, y en 40, “bajos”.

La República Centroafricana — visitada por el papa Francisco del 29 al 30 de noviembre de 2015 – es de hecho el país con el GHI más alto en términos absolutos: 53,7. Fenómenos como la guerra civil, la inestabilidad y la violencia sectaria han causado la pérdida de bienes y medios de sustento, y comprometido la seguridad alimentaria en el país, explica el informe.

Con 61,8%, la tasa de desnutrición registrada en la República Centroafricana es la más alta en absoluto en el informe 2018, mientras que la tasa de mortalidad infantil, del 12,4%, es la tercera más alta después de Somalia (un 13,3%) y Chad (un 12,7%). También los niveles de stunting y wasting en el país son “motivo de gran preocupación”, continua el texto.

Lo que complica la situación en el país es también el alto número de desplazados, tanto interna como externamente: más de un millón, es decir, más de la quinta parte de la población del país, que cuenta con poco más de 5,1 millones de habitantes.

Burundi

En varios países del mundo, en cambio, no ha sido posible calcular el índice GHI, por el simple motivo de que faltaban los datos necesarios de los cuatro indicadores, explica el informe.

En siete de estos países, todos marcados por situaciones de conflicto, de inestabilidad política y/o de pobreza extrema, los niveles de desnutrición y hambre son “motivo de preocupación significativa”, afirma el informe. Se trata de Burundi, Eritrea, Libia, República Democrática del Congo, Siria, Somalia y Sudán del Sur.

La presencia de Burundi en esta lista sorprende, dado que es “un terreno muy fértil y con abundantes lluvias”, recuerda el sitio Italafricacentrale.com. Pero a pesar de ello, la malnutrición “abunda” en el pequeño país (unos 11 millones de habitantes): con una media del 55,9%, su nivel de stunting es el más elevado de todos los países contemplados en el informe. En todas las provincias, el nivel oscila entre el 49 y el 66%, excepto en la de Bujumbura Mairie, que incluye la capital Bujumbura, donde el porcentaje baja a 23,7%.

Lo que explica esta situación anómala es el largo y violento conflicto (o guerra civil), que ha afectado al país africano entre 1993 y 2005, o sea, por 12 años. Una nueva ola de inestabilidad política, que ha estallado en 2015, ha empujado a aproximadamente 420.000 ciudadanos a dejar Burundi para refugiarse en los países vecinos.

Migraciones forzadas

El informe, titulado 2018 Global Hunger Index. Forced Migration and Hunger [1], dedica amplia atención al fenómeno de las migraciones forzadas. Según los datos del ACNUR (Alto Commissariato de las Naciones Unidas para los Refugiados o UNCHR), en el mundo hay hoy unos 68,5 millones de desplazados, de los que 40 millones son desplazados internos, 25,4 millones son prófugos y 3,1 millones son peticionarios de asilo.

Existe un vínculo fuerte entre las migraciones forzadas y el hambre, sugiere Laura Hammond, de la School of Oriental and African Studies (SOAS) de la University of London. “Durante periodos de conflicto, el hambre puede ser tanto una causa como una consecuencia de la migración forzada”, escribe la investigadora, en el sentido de que el hambre puede ser tanto un factor que empuja a las personas a dejar su país, como efecto de la decisión de emigrar. Quien parte, a menudo lo pierde todo y debe rehacer su vida en el país de acogida.

Los datos son impresionantes. La crisis siria, que llega ya a su año séptimo, ha provocado por ejemplo 6,7 millones de desplazados internos, y más de 5 millones de prófugos se han refugiado en los países cercanos, explica la autora, que recuerda que el 95% de los casi 2,6 millones de prófugos afganos han encontrado refugio en solo dos países, Irán y Pakistán.

Y aunque el hambre es vista a menudo como la consecuencia de causas ambientales y naturales, el informe exhorta a no olvidar factores de tipo político, como en el caso de Siria y del Yemen, donde poblaciones enteras – desplazados internos incluidos – viven bajo asedio y sufren hambre, porque las facciones implicadas en el conflicto bloquean el acceso al alimento y las ayudas como arma de guerra. Se trata de una práctica condenada por el derecho internacional, subraya el informe.

El camino para eliminar el hambre es, por tanto, aún largo, como recuerda la presidenta de Welthungerhilfe, Bärbel Dieckmann, citada por Deutsche Welle. “Sin soluciones políticas, la batalla no se ganará”, advirtió, subrayando en particular el impacto negativo de los conflictos, como demuestran los ejemplos de Siria y de Yemen.

Para Gerd Müller, ministro del Desarrollo y de la Cooperación Económica del gobierno de la canciller alemana Angela Merkel, un aumento de los niveles del hambre es un “escándalo”. “Nuestro planeta tiene potencial para alimentar a todos”, recordaba el político de la CSU. De hecho, en más de 50 países del globo, la situación sigue siendo “grave”, “alarmante” o incluso – en un caso – “extremamente alarmante”.

*

1] Para leer el texto completo del informe, hacer click aquí.

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