Muchas grandes cosas empiezan en hechos aparentemente casualesA menudo no ayudo a las personas que me necesitan. ¡Cuántas veces quiero seguir de largo para no perder mi valioso tiempo! Es como si pensara que mi agenda tiene prioridad sobre la vida que surge. Sobre los imprevistos que suceden a mitad del camino.
“Quien sabe escuchar la voz del Espíritu, reconoce que en la vida las cosas grandes tienen su origen a menudo en imprevistos o hechos casuales”[1].
Quisiera aprender a escuchar la voz del Espíritu en todos los imprevistos de mi vida. En las personas insistentes al borde del camino. En las sorpresas con las que no contaba y cambian el rumbo de mis pasos complicándome la vida.
Me cuesta escuchar esa voz que susurra dentro de mí. Esa voz que me llama a detener mis pasos que se apresuran y observar la vida que brota con lentitud al borde de mi camino.
Quiero un corazón abierto y flexible. Quiero aprender a ver al que sufre y no ser ciego. Quiero una mirada amplia que no va buscando con estrechez sólo el siguiente paso.
Quiero más libertad interior ante los compromisos asumidos. Me gusta vivir así, abierto a la sorpresa. A lo inesperado. A lo nuevo.
[1] Giovanni Cucci SJ, La fuerza que nace de la debilidad