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¿La última noche de Halloween?

HALLOWEEN
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Ramón Monedero - publicado el 31/10/18
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Regresa uno de los grandes mitos del terror de los setenta a partir de una de las fiestas más discutidas por la comunidad católica

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El cine de terror siempre se ha esforzado por mostrar el mal. El concepto en sí mismo, siempre ha estado muy ligado a la religión, especialmente a la católica. Se entiende que los que están más cerca de Cristo son los que mejor deben conocer a su archienemigo, Satanás.

John Carpenter, para su tercer largometraje, decidió zambullirse en la popular fiesta de Halloween, una celebración de la que se ha dicho casi de todo y que de hecho aprovechó para utilizar en su favor.


HALLOWEEN
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Existe una creencia muy extendida sobre las intenciones diabólicas de semejante fiesta de modo que incluir ahí a una especie de demonio hecho hombre parecía el lugar más adecuado.

En La noche de Halloween, un tipo con una máscara se dedica a matar a niñeras. Ese era el concepto, en esencia no podía ser más simple. Sin embargo el film arrancaba con una metáfora visual brutal. ¿Qué es lo más inocente que puede habitar en la Tierra? ¿Un niño? Pues muy bien, démosle a un niño un cuchillo y que mate a alguien sin ningún sentido aparente.

Pese a la brutalidad de lo descrito que nadie se escandalice, La noche de Halloween resulta más traumática por lo que sugiere que por lo que se ve. De hecho, con este arranque, Carpenter consiguió algo que no todos los directores especializados en el cine de terror han conseguido: deshumanizar por completo a su villano.

Cada vez resulta más frecuente conocer los orígenes de Freddy, Jason, Hannibal o hasta Darth Vader, sin reparar en que lo verdaderamente terrorífico consiste en desconocer el por qué de las cosas, o el qué de las cosas o incluso el cómo de las cosas. Como diría el escritor H. P. Lovecraft, “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo de los miedos es el miedo a lo desconocido”.

Pues bien, eso fue lo que hizo Carpeenter, situar todo este ancestral miedo, primero en un niño, y después en un adulto de frío e inexpresivo rostro, una máscara blanca casi sin rasgos y únicamente con unos profundos y negros ojos abisales.

Desgraciadamente desde entonces, han sido muchos los que han tratado de alimentar o reavivar ese concepto hecho hombre. Sin embargo, Carpenter, además de crear un tópico (¿cuántas películas de asesinos enmascarados existen?) esculpió una idea casi filosófica sobre el mal.

La nueva entrega de la saga, Halloween, pretende, tras nueve películas, recuperar la esencia de ese concepto. Por lo visto, tan difícil de exponer como complejo de exponer y al mismo tiempo fácil de concebir. Eso, creo, es en muchos sentidos el mal. Fácil de pero difícil y en eso en el fondo, es también La noche de Halloween de John Carpenter.

 

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