Homilía hoy en Casa Santa Marta
La mujer embarazada que espera gozosa el encuentro con el hijo que va a nacer y todos los días se toca la barriga para acariciarlo. Es la imagen que el Papa Francisco usa hoy en su homilía, para explicar lo que es la esperanza: vivir pensando en el encuentro concreto con Jesús, que no es algo abstracto. Y la sabiduría es saber disfrutar de los “pequeños encuentros de la vida con Jesús”.
El Papa empieza su homilía reflexionando sobre dos palabras del mensaje litúrgico de hoy: “ciudadanía” y “herencia”. Sobre la ciudadanía, dice: “Es un regalo que Dios nos ha hecho”, habernos hecho “ciudadanos”, y consiste en habernos dado una identidad, “un carnet de identidad”.
Dios en Jesús “abolió la Ley” para reconciliarnos, eliminando la enemistad, para que podamos “presentarnos, unos a otros, al Padre en un solo Espíritu”, o sea, “nos ha hecho ‘uno’”, subraya el Papa Francisco. Así “somos conciudadanos de los santos” en Jesús.
Y “nuestra identidad es justo esto, ser curados por el Señor, ser construidos en comunidad y tener el Espíritu Santo dentro”, prosigue el Papa. Dios, por tanto, “nos hace caminar” hacia la herencia, con esta seguridad, la de ser “conciudadanos” y que “Dios está con nosotros”.
Y la herencia – explica Francisco – “es lo que nosotros buscamos en nuestro camino, lo que recibiremos al final”. Pero hay que buscarlo cada día, y lo que hace que sigamos en el camino de nuestra identidad hacia la herencia es justamente la esperanza, “la virtud quizás más pequeña, quizás más difícil de entender”.
La fe, la esperanza y la caridad son un don. La fe y la caridad son fáciles de comprender. “Pero la esperanza, ¿qué es?”, pregunta Francisco, subrayando que, sí, es esperar el Cielo, “encontrar a los santos”, “una felicidad eterna”. “¿Pero qué es el Cielo, para ti?”, pregunta el Papa.
Vivir en esperanza es caminar, sí, hacia un premio, hacia la felicidad que no no tenemos aquí pero que tendremos allí … es una virtud difícil de comprender. Es una virtud humilde, muy humilde. Es una virtud que no defrauda nunca: si esperas, nunca serás defraudado. Nunca, nunca. Es también una virtud concreta. “¿Pero cómo puede ser concreta, si no conozco el Cielo o lo que me espera?”. La esperanza, nuestra herencia que es la esperanza hacia algo, no es una idea, no es estar en un sitio hermoso … no. Es un encuentro. Jesús siempre subraya esta parte de la esperanza, este estar a la espera, encontrar.
En el evangelio del día (Lc 12,35-38) consiste en el encuentro del amo cuando vuelve de las bodas. Así que siempre hay un encuentro con el Señor, algo concreto.
Me viene a la mente, cuando pienso en la esperanza, una imagen: la mujer embarazada, la mujer que espera un niño. Va al médico, le enseña la ecografía – “ah, sí, el niño … vale” … ¡No! ¡Está contenta! Y todos los días se toca la tripa para acariciar a ese niño, está esperando al niño, vive esperando a ese hijo. Esta imagen nos puede hacer entender lo que es la esperanza: vivir para ese encuentro. Esa mujer imagina cómo serán los ojos del niño, cómo será su sonrisa, cómo será, rubio o moreno… imagina el encuentro con el hijo.
Para el Papa, esta imagen de la mujer embarazada puede ayudarnos a comprender qué es la esperanza y a hacerse algunas preguntas:“¿Io espero así, concretamente, o espero un poco difuso, un poco gnósticamente?”. La esperanza es concreta, es de todos los días, porque es un encuentro. Y cada vez que encontramos a Jesús en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria, cada vez damos un paso más hacia ese encuentro definitivo. La sabiduría de saber gozar de los pequeños encuentros de la vida con Jesús, preparando ese encuentro definitivo.
En conclusión, Francisco subraya de nuevo que la palabra “identidad” se refiere a habernos hecho una comunidad, y la herencia es la fuerza con la que el Espíritu Santo “nos lleva adelante con la esperanza”, y nos exhorta a preguntarnos cómo somos cristianos, y si esperamos en herencia un cielo en un sentido abstracto o un encuentro.