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Las claves del cisma entre las iglesias ortodoxas de Moscú y Constantinopla

ORTHODOX
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Salvador Aragonés - publicado el 18/10/18
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Se considera como un cisma igual que el Cisma de Oriente el año 1054. No es una ruptura por motivos teológicos o litúrgicos, sino de control territorial

Se ha consumado el cisma entre los Patriarcados ortodoxos de Rusia y de Constantinopla, los dos más importantes de la Ortodoxia. El motivo ha sido reconocer, por parte del sínodo del Patriarcado de Constantinopla la autocefalía (independencia) de la Iglesia ortodoxa de Ucrania, desgajándola del Patriarcado de Moscú. Se trata de una ruptura “canónica”, es decir territorial, pero no de contenido litúrgico o teológico. La consumación de esta ruptura ha venido del Patriarcado de Moscú, que se reunió en Minks (Bielorrusia), donde tomó esta decisión.

Las claves de esta ruptura hay que encontrarla más en contenidos políticos y de disputas territoriales. Las iglesias ortodoxas, como es sabido, están muy ligadas a un pueblo y a un territorio. Son casi iglesias hegemónicas en Rusia, Grecia, Bielorrusia, Chipre, Creta, Bulgaria, y en antiguos territorios soviéticos. Este hecho hace que estas iglesias tengan una dependencia alta de los gobiernos de sus países. Es un punto que se abordó en el último sínodo panortodoxo, del año pasado 2017, pero sin hallar una solución.

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Saint-Petersburg Theological Academy-(CC BY-ND 2.0)

Pues bien, el Patriarcado Ortodoxo de Rusia, dirigido por el patriarca Kirill, ha roto la comunión con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, dirigido por Bartolomé I. Este Patriarcado es el primero y actúa como “primus intger pares” entre las iglesias ortodoxas, pero sin jurisdicción en las mismas. El Patriarcado de Moscú, ahora,no reconoce el culto, ni comparte los sacramentos con las iglesias bajo jurisdicción canónica del Patriarcado de Constantinopla. Es decir que los ortodoxos rusos no podrán asistir a misa ni recibir sacramentos en los territorios “canónicos” del patriarcado de Constantinopla (Turquía, Grecia, Creta, el Monte Athos, etc., además de las iglesias ortodoxas de la diáspora extendidas por los cuatro continentes).

¿Cuál es el motivo de la ruptura? Que el sínodo del Patriarcado de Constantinopla ha aprobado la autocefalía (o sea la independencia) de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, en su reunión de la pasada semana, en contra del criterio decididamente reiterado por el Patriarcado de Moscú, según el cual la Iglesia ortodoxa ucraniana depende del patriarcado de Moscú, en virtud del decreto de 1686 (carta sinodal) la cual concedía algunos derechos al patriarcado de Moscú “temporales”, como la ordenación episcopal del metropolita de Kiev, capital de Ucrania.

Según el representante ortodoxo del Patriarcado de Constantinopla en el Consejo Mundial de las Iglesias, arzobispo Job, la autocefalía está planteada “no como un arma de guerra, sino como una medicina para sanar la división entre ortodoxos”.

La tensión entre los gobiernos de Rusia y Ucrania de los últimos años, con la intervención rusa en el territorio (la guerra del Donbass que todavía dura) y sobre todo la anexión de Crimea (2014) por parte de Moscú, han creado un clima fuertemente anti ruso en Ucrania. Desde su independencia de Rusia, tras la caída del comunismo, una parte de la Iglesia ortodoxa en ucrania ha querido independizarse del Patriarcado de Moscú y ha solicitado al Patriarca de Constantinopla que reconozca la autocefalía (independencia) de la Iglesia ortodoxa de Ucrania.

Desde la creación de la República de Ucrania, independiente, el metropolita Filaret, un hombre de gran tenacidad y muy nacionalista proclamó ya la erección del Patriarcado ortodoxo de Kiev, en 1995, y tuvo un gran seguimiento entre los fieles, pero las iglesias ortodoxas no lo aceptaron y fue excomulgado. Era una decisión unilateral que fue castigada con la excomunión y la reducción al estado laical del mencionado patriarca.

También fue excomulgado el metropolita Macarius, al autoproclamarse jefe de una iglesia ucraniana autocéfala.

O sea que hay o había dentro de Ucrania tres iglesias ortodoxas, dos cismáticas y una que dependía del Patriarcado de Moscú. Había que resolver el problema. El sínodo del Patriarcado de Constantinopla, que dirige el patriarca Bartolomé, tomó a primeros de septiembre pasado la decisión de aceptar un camino hacia la autocefalía de la Iglesia ortodoxa de Ucrania. El Patriarca Kirill de Moscú fue personalmente a Constantinopla para intentar convencer al patriarca Bartolomé de que no lo hiciera, ante la grave división que crearía en la Ortodoxia. No lo convenció y el camino hacia la autocefalía siguió adelante.

PATRIARCH KIRILL AND PATRIARCH BARTHOLOMEW

Sergey Pyatakov / Sputnik / AFP

Ahora el santo sínodo del Patriarcado de Constantinopla ha decidido dos cosas que son decisivas: 1) Levantar la excomunión al Patriarca cismático Filaret y al metropolita Macarius, con el reconocimiento de su clero y de sus parroquias y 2) derogar la carta sinodal de 1686 por la que el Patriarca de Constantinopla reconocía temporalmente algunos derechos al Patriarcado de Moscú.

El Patriarcado de Moscú se presenta como el mayor patriarcado de la ortodoxia, con 300 millones de fieles y 18.000 parroquias. La separación de las Iglesia ortodoxa de Ucrania supone una reducción de un 25 por 100 de fieles (unos 70 millones) y un tercio de las parroquias (6.000 parroquias). Pero, es más, Varios patriarcados no están conformes con Moscú, de ahí que su intento de sustituir al Patriarcado de Constantinopla se aleja.

No hay que olvidar que esta decisión del Patriarcado de Constantinopla, concediendo la autocefalía a la Iglesia en Ucrania, supone un revés para el gobierno de Vladimir Putin, así como un triunfo del presidente de Ucrania, Petró Poroshenko. Ambos han intervenido personalmente en la crisis, y han recibido los elogios de las respectivas iglesias. Baste ver la agencia rusa RT cómo se dedica a lanzar noticias de todo tipo -falsas o exageradas–contra el Patriarcado de Constantinopla. Y cabe preguntarse ¿y los fieles? ¿qué piensan los fieles?

No son pocos los que consideran esta situación cismática entre las iglesias ortodoxas análoga al Cisma de Oriente, con la separación de la Iglesia de Constantinopla de la de Rima, en 1054, y tan grave como el cisma de Lutero hace ahora 500 años.

Las Iglesias ortodoxas del oriente han tenido históricamente –y siguen teniendo—el problema de la dependencia política de los gobiernos y regímenes de sus países, lo que proporciona muchos problemas que nada tienen que ver con el dogma y la doctrina, sino simplemente con la política.

El Patriarcado de Constantinopla ya ha declarado que el Patriarcado ortodoxo de Moscú no tiene ningún territorio canónico en Ucrania. En una nota pública este Patriarcado dice: “No olvidemos que Constantinopla nunca cedió el territorio de Ucrania a nadie por medio de ningún acto eclesiástico, sino que solo otorgó al Patriarca de Moscú el derecho de ordenación o transferencia del Metropolitano de Kiev con la condición de que el Metropolitano de Kiev debería ser elegido por un sínodo local de clérigos y seglares, y reconocer expresamente al Patriarca Ecuménico” de Constantinopla.

Pero para los rusos, perder Ucrania es perder los orígenes de Rusia que vino con el rey Vladimir I y que surgió del territorio Rus’ de Kiev.

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