Se trata de 31 sacerdotes creíblemente acusados de abuso de menores desde 1948 Washington DC, la capital política de Estados Unidos, no podría quedar sin secuela del paso por su arzobispado del ex cardenal Theodor E. McCarrick, acusado de una gran cantidad de desmanes sexuales y hoy reducido –por el Papa Francisco– a una reclusión de oración y de penitencia en un monasterio del medio oeste estadounidense.
Primero fue la aceptación de la renuncia del cardenal Donald Wuerl como arzobispo de Washington (antes había sido obispo en Pensilvania, donde el Gran Jurado de esa entidad descubrió más de mil violaciones y abusos sexuales contra menores en seis de las ocho diócesis de ese Estado los últimos setenta años) y pocos días después (cuatro), se da la publicación –por parte de la arquidiócesis, cuyo administrador es el propio Wuerl—de los nombres de 28 ex clérigos que habían sido “creíblemente acusados” de abuso sexual de menores desde 1948.
La lista final, que es de 31 sacerdotes, porque incluye a tres sacerdotes de órdenes religiosas que habían servido previamente en parroquias o escuelas arquidiocesanas, fue calificada por el cardenal Wuerl, en una carta al clero, como “un paso necesario hacia la transparencia y la responsabilidad total y el proceso de recuperación”.
Ninguno de los nombrados en la lista está en el ministerio activo; 18 de los clérigos habían sido arrestados, y 13 nunca fueron arrestados. De los que no fueron arrestados, cinco se incluyeron en una base de datos de sacerdotes acusados, de búsqueda pública. Hay que resaltar que 14 de los 31 sacerdotes que componen la lista siguen vivos.
La publicación de los nombres en el sitio web de la arquidiócesis el 15 de octubre marca el primer acto significativo del cardenal Wuerl como administrador interino de la arquidiócesis que dirigió hasta el viernes 7 de octubre, y es la culminación de una revisión interna de los archivos de la arquidiócesis ordenados por primera vez por el propio Wuerl en 2017.
“Esta lista es un recordatorio doloroso de los graves pecados cometidos por el clero, el dolor infligido a los jóvenes inocentes y el daño hecho a los fieles de la Iglesia, por lo que continuamos buscando el perdón”, dijo el cardenal Wuerl. También señaló que no había habido una acusación creíble de abuso de menores contra un sacerdote de Washington en casi veinte años.
“Nuestro firme compromiso de acompañar a los sobrevivientes de abusos en su camino hacia la curación es inquebrantable, pero también es importante señalar que, por lo que sabemos, no ha habido un incidente de abuso de un menor por parte de un sacerdote de la arquidiócesis (de Washington) en casi dos décadas”, dijo Wuerl, quien también señaló que tampoco hay un sacerdote arquidiocesano en ministerio activo que haya sido objeto de una acusación creíble de abuso de un menor”.
Garantizar que la Iglesia es un lugar seguro para los niños y los jóvenes
Un comunicado de prensa de la arquidiócesis subrayó las políticas de salvaguardia vigentes en Washington, que incluyen un informe anual auditado de forma independiente sobre su trabajo de protección de la infancia publicado en el sitio web de la arquidiócesis y en el periódico Catholic Standard.
Kim Viti Fiorentino, canciller y consejero general de la arquidiócesis, dijo que si bien los sobrevivientes de abusos deben seguir siendo la primera preocupación de todos, “también era importante que los católicos en la arquidiócesis de la capital comprendan los esfuerzos realizados para garantizar que no hay un lugar más seguro para una persona joven que en una parroquia o en una escuela de la arquidiócesis de Washington”.
Cabe señalar que la arquidiócesis de Washington adoptó su primera política escrita de protección infantil en 1986, con una Junta de Revisión de Casos que opera desde 1993. Tras la adopción de la Carta de Dallas (2002, avalada por san Juan Pablo II) y las Normas Esenciales de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, la arquidiócesis también ha tenido un Consejo Asesor de Protección Infantil con una mayoría de expertos laicos como miembros desde 2002.
Si bien la divulgación de los nombres de clérigos acusados de manera creíble se produce al final de un proceso de revisión de un año de duración, es la autorización final del cardenal Wuerl, ya que el administrador de la arquidiócesis en lugar del arzobispo llega a una conclusión que pocos habrían previsto hace solo unos meses.
Normalmente, cuando una diócesis se encuentra entre obispos y bajo el cuidado de un administrador, se aplica el principio de nihil innovator (nada nuevo), aunque en este caso el cardenal Wuerl no era tan innovador como para concluir un trabajo que ya había comenzado.
Por su parte, el portavoz de la arquidiócesis, Ed McFadden, dijo que cerca de seis de los nombres publicados en la lista, no se habían hecho públicos antes, pero no estaba claro cuán ampliamente publicitadas eran las denuncias de abusos contra los sacerdotes restantes.
Algunos fueron arrestados, entre ellos Raymond Callahan, condenado en 1971, y Francis Benham, cuyo abuso fue denunciado por primera vez en 1979 y arrestado y condenado en 2005. Un sacerdote, Thomas Lyons, no fue denunciado como abusador hasta después de su muerte.
*Con información de Catholic News Agency, The Catholic World Report *y *The Washington Post*