Homilía de Francisco en Casa Santa Marta sobre cómo hablar con el ángel custodio y aprovechar su protección
“He aquí que mando a un ángel por delante de ti para guardarte en tu camino y para que te conduzca al lugar que he preparado para ti”. Estas palabras de la liturgia de hoy guían la reflexión del Papa Francisco en Santa Marta, en el día de la fiesta de los Ángeles Custodios.
Son ellos -dice Francisco- “la ayuda especial” que el “Señor promete a su pueblo y a nosotros que caminamos en el camino de la vida”.
Eso es precisamente la vida, un camino en el que debemos ser ayudados por “compañeros”, por “protectores”, por una “brújula humana, o una brújula que se asemeje a lo humano y que nos ayude a ver adónde tenemos que ir”.
En la vida hay tres posibles peligros, según el Papa.
Está el peligro de no caminar. Y cuánta gente se asienta y no camina, y toda la vida está parada, sin moverse, sin hacer nada… Es un peligro. Como ese hombre del evangelio que tenía miedo de invertir el talento. Lo enterró, y: “Yo estoy en paz, estoy tranquilo. No me equivocaré, así no me arriesgo”. Y mucha gente no sabe cómo caminar o tiene miedo de arriesgar, y se para. Pero nosotros sabemos que quien se para en la vida, acaba por corromperse. Como el agua: cuando el agua está quieta, vienen los mosquitos, ponen los huevos, y todo se corrompe. Todo. El ángel nos ayuda, nos empuja a caminar.
El peligro de equivocarse de camino o de dar vueltas en un laberinto
Pero hay dos peligros más en la vida, prosigue el Papa: el “peligro de equivocar el camino”, que solo “al principio es fácil de corregir”; y el peligro de dejar el camino para perderse en una plaza, yendo “de una parte a otra como en un laberinto” que “atrapa” y que “nunca tiene final”.
“El ángel”, afirma Francisco, “está para ayudarnos a no equivocar el camino y caminar por él”, pero hace falta nuestra oración, que pidamos ayuda.
Y dice el Señor: “Respeta su presencia”. El ángel tiene autoridad para decirnos las cosas. Hay que escucharle. “Escucha su voz y no te rebeles contra él”.
Escucha las inspiraciones, que son siempre del Espíritu Santo, pero es el ángel quien nos las pone delante.
Yo quisiera hacerles una pregunta: ¿hablan con su ángel? ¿Saben el nombre de su ángel? ¿escuchan a su ángel? ¿se dejan llevar de la mano en el camino o empujar para moverse?
El ángel muestra el camino hacia el Padre
La presencia y el papel de los ángeles en la vida es aún más importante, porque, según el Papa, no sólo nos ayudan a caminar bien, sino que nos muestran también “a dónde tenemos que ir”.
Está escrito en el evangelio de Mateo: “No desprecies a los niños”, dice el Señor, porque “sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre en el cielo”.
En el “misterio de la custodia del ángel” está también la “contemplación de Dios Padre” que el Señor nos debe dar la gracia de comprender.
Nuestro ángel no sólo está con nosotros, sino que ve a Dios Padre. Está en relación con Él.
Es el puente diario, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, que nos acompaña y que está en relación con el Padre y con nosotros.
El ángel es la puerta diaria a la trascendencia, al encuentro con el Padre: el ángel me ayuda en el camino porque mira al Padre y sabe cuál es el camino.