No todo el mundo, ni si quiera en Hollywood, puede presumir de tener una carrera como la de Paul Newman. El actor, natural de Ohio, protagonizó algunos de los títulos más importantes de la historia del cine y no les voy a aburrir enumerando títulos. Solo decir que cuando el cine clásico entró en declive y una nueva generación de cineastas entró en escena, Newman supo mantenerse en primera línea rodando películas como Veredicto final (1982), El color del dinero (1986), Creadores de sombras (1989), El gran salto (1994), Al caer el sol (1998) o Camino a la perdición (2002), considerada su última y memorable aparición en una gran pantalla.
Pero es que Paul Newman, además de un gran actor y un seductor de primera fila, era un hombre extraño para vivir en una tierra tan singular como Hollywood. Accedió a poner su cara (y su nombre) en unas populares salsas en Estados Unidos, las Paul Newman´s Own, con la condición que el último penique de sus beneficios fuera a causas humanitarias.
Creó unos campamentos para ofrecerle vacaciones gratis a niños con enfermedades terminales. Puso en pie una organización, la Scott Newman Fundation, un centro dedicado a desintoxicar a los jóvenes de las drogas. Destinó muchos millones de euros a iniciativas humanitarias y siempre que pudo ayudó a los más débiles, como cuando escribió el prólogo de un libro infantil de Snoopy para niños con leucemia.
Pero es que además, en lo personal Paul Newman también fue una persona admirable. Su hijo Scott murió debido a las drogas y aquello lo hundió. Puso todo su esfuerzo en que los más jóvenes dejaran de drogarse e invirtió mucho dinero en ello.
Estuvo casado dos veces pero a diferencia de otras estrellas de Hollywood fue un hombre fiel y muy familiar. Suya es la frase “para qué voy comer una hamburguesa fuera cuando tengo un solomillo en casa”, en referencia a su mujer Joanne Woodward, con la que estuvo casado cincuenta años. La relación entre ambos era tan normal y acomodada que a la prensa rosa de Hollywood le resultaban aburridos.
Un cáncer de pulmón le ganó la batalla y cuando llegó el momento de enfrentarse a la muerte Paul Newman quiso hacer en su casa y no en un frío hospital. Sus hijos y herederos no actuaron especialmente bien en estas circunstancias porque se dice que se dieron varias tiranteces entre a la hora de gestionar la tremenda fortuna de Newman, aunque el actor aún estuviera vivo.
De hecho, Paul Newman, que era un apasionado de los coches de carreras, le regaló un Ferrari de competición con el número 82 a un viejo amigo y eso no sentó nada bien a la familia que veía cómo un pedazo de la fortuna de Newman se esfumaba por ser un hombre bueno y afable.
Puede que Paul Newman no fuera un hombre perfecto, nadie lo somos, pero él sí que tenía el aspecto de serlo. Aunque tuvo sus reveses y no siempre fue un personaje ejemplar (en su juventud flirteó con el alcoholismo aunque corrigió a tiempo) el recuerdo que dejó este actor de profundos ojos azules fue ejemplar.
Hace poco se dio a conocer que antes del movimiento MeeToo y antes de que la brecha salariar entre hombres y mujeres centrara las portadas de los periódicos de todo el mundo, Paul Newman ye veía en aquella estúpida costumbre una injusticia. Cuando rodó con Susan Sarandon Al caer el sol, Newmn cedió parte de su sueldo para que ella y él cobraran lo mismo.
Cosas de Paul Newman, cosas de un estrella de Hollywood única.
Hoy celebramos a...