¿Qué es lo que te mueve en la vida? ¿A qué aspiras? El fin de la ética es una vida plena y feliz. La felicidad es un estado de alegría, paz y satisfacción que proviene del bienestar espiritual, afectivo, físico y mental, resultado de un equilibrio en todos los ámbitos de la vida.
Podríamos decir que la felicidad es un proceso que puede ser aprendido, esto es, la felicidad proviene de nuestras actitudes y valores y de nuestra capacidad para disfrutar lo que tenemos, sin importar nuestra condición económica y social.
La gran confusión de nuestro tiempo consiste en creer que el dinero, el poder y el éxito son sinónimos de felicidad; sin embargo, es común observar a personas inmensamente ricas con una vida sin sentido y con múltiples problemas psicológicos y afectivos.
La felicidad es una forma de vida, un proyecto compuesto sobre todo por el amor. Consiste por consiguiente en vivir para algo que valga la pena; en ocasiones, se le confunde con el placer, que es un estado transitorio.
La felicidad centrada en los valores genera beneficios a nivel personal, familiar y social.
Hoy en día, la necesidad de valores éticos es más grande que nunca; se requiere para resolver problemas complejos, como el no respeto a los derechos humanos, la corrupción, la manipulación genética, las guerras y la iniquidad en la distribución de la riqueza, entre otros.
El hombre no sólo vive, también es consciente, y por eso requiere de la ética y los valores para su realización plena como ser humano.
Los valores son los principios que guían nuestros actos; los valores nos permiten pensar y actuar como seres humanos. Por esto mismo podemos decir que los valores generan actitudes que a su vez generan conductas concretas.
Los valores poseen las siguientes características.
- Intencionalidad. Los valores no existen por sí mismos, necesitan plasmarse en realidades concretas, transformar actitudes y conductas. Son una propiedad de la voluntad e intención de quien los practica.
- Polaridad. Tienen dos polos: positivo y negativo. Para cada valor existe un contravalor, lo cual implica dos límites; por ejemplo, bueno–malo, verdadero–falso.
- Jerarquía. Se ordenan según su importancia. Hay valores superiores y valores inferiores. El orden jerárquico de los valores permite una motivación permanente a la elevación moral.
- Vivencialidad. Como su nombre lo indica, los valores se practican, se viven e influyen en las actitudes y en el comportamiento de las personas. Existen si se viven en la practica.
- Trascendencia. Su importancia es vital, otorgan un sentido a la vida de quienes los practican, son una propiedad del ser.
Más que una teoría, la existencia de nuestros valores personales, familiares y sociales es lo que nos permite ir descubriendo cada día un sentido mas completo en todo aquellos que hacemos con cada minuto de nuestra existencia.