A causa de la autocefalía de la Iglesia ortodoxa de Ucrania
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El Patriarca Kirill de toda Rusia afirma que la iglesia de Ucrania pertenece al territorio del Patriarcado de Moscú. Por su parte, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, asegura que la Iglesia de Ucrania está bajo territorio canónico de Constantinopla. El Patriarca Bartolomé no es un Papa para los ortodoxos, sino solo un “primus inter pares” sin potestad ejecutiva sobre los patriarcas.
Ambos patriarcas han querido resolver amistosamente este conflicto que lleva larvado desde la independencia de Ucrania de Rusia (1992). El Patriarca Kirill hizo un viaje a Constantinopla para zanjar esta cuestión, el pasado 31 de agosto. No hubo acuerdo. Unos días después, el día 7, el Patriarca Bartolomé nombra dos exarcas (representantes territoriales suyos) en Ucrania: el arzobispo de la diáspora Daniel, de los Estados Unidos, y al obispo Ilarion, de Canadá. Estos sirven a las poblaciones de ucranianos en aquellos países.
Con esta decisión, y de acuerdo con el Sínodo, el Patriarca de Constantinopla pretende crear una iglesia ortodoxa autocéfala en Ucrania, reuniendo a todos los ortodoxos como el Patriarcado de Kiev –a cuyo frente está el discutido Filaret—y a la iglesia proclamada autocéfala. Ninguna de las dos iglesias es reconocida por otros patriarcados ortodoxos hasta considerarlos cismáticos por la Iglesia rusa. Se opone a ello, naturalmente, la Iglesia ortodoxa de Ucrania fiel a Moscú, presidida por arzobispo de Kiev, Onufry.
Como era de prever, tras los nombramientos de Constantinopla, se reunió en pocos días el Santo Sínodo del Patriarcado de Moscú y lanzó un duro comunicado de ruptura con el patriarcado de Constantinopla, amenazando incluso con romper la comunión entre los dos patriarcados, y diciendo que desde 1686 hubo la “reunificación” entre la metropolía de Kiev con la Iglesia rusa.
¿El Patriarca Kirill excomulgará al Patriarca de Constantinopla? La respuesta la da el arzobispo de Telmessos, Job, representante del Patriarcado de Constantinopla ante el CMI (Consejo Mundial de las Iglesias), quien en unas declaraciones hechas a Religious information service of Ukraine asegura que “la comunión eucarística debería romperse por serias razones y no por un capricho. Todos saben que la cuestión de la autocefalía en Ucrania no es un problema de naturaleza teológica y nadie puede acusar de herejía por eso”. Ucrania –añade—“siempre ha sido incondicionalmente territorio canónico del Patriarcado de Constantinopla”.
Como es sabido, la Iglesia ortodoxa en Ucrania está rota por las tensiones entre nacionalistas ucranianos y prorrusos, desde que Ucrania recobró la independencia de Moscú tras la caída del comunismo. El arzobispo Job afirma que la autocefalía está planteada “no como un arma de guerra, sino como una medicina para sanar la división entre ortodoxos”. En definitiva, es más un conflicto político-territorial que otra cosa.
O sea, que el Patriarcado de Constantinopla ya ha declarado que la Iglesia Ortodoxa Rusa no tiene ningún territorio canónico en Ucrania. En una nota pública este Patriarcado dice: “No olvidemos que Constantinopla nunca cedió el territorio de Ucrania a nadie por medio de ningún acto eclesiástico, sino que solo otorgó al Patriarca de Moscú el derecho de ordenación o transferencia del Metropolitano de Kiev con la condición de que el Metropolitano de Kiev debería ser elegido por un sínodo local de clérigos y seglares, y reconocer expresamente al Patriarca Ecuménico” de Constantinopla.
La iglesia ortodoxa rusa es la más importante de la ortodoxia, con cerca de 300 millones de fieles. Esto la hace muy fuerte frente a otros patriarcados que tienen a pocos fieles, y además no están en su territorio, sino en la diáspora. Este es un problema que tarde o temprano deberá abordar la ortodoxia en su conjunto. Los patriarcados dependen hoy mucho de los pueblos en los que nacieron, pero estos pueblos han emigrado por todo el mundo y por lo tanto ya no están solo en un país.
Esta característica de los patriarcados ortodoxos los hace muy dependientes de la situación política de los territorios. Es lo que pasa con Ucrania. El gobierno de Kiev ahora ha roto el acuerdo de amistad con Rusia, después de que esta no ha respetado –como decía el acuerdo—la integridad territorial de Ucrania, con la anexión de Crimea y la guerra en el Donbass.
Otra cuestión es la Iglesia católica de rito oriental de Ucrania, a cuyo frente está el Arzobispo Mayor de Lvov, Sviatoslav Shevchuk, cuya separación de la Iglesia Ortodoxa data de la época de san Josafat, a quien le costó el martirio su unión con Roma, hace 400 años.