Una homilía extensa pronunció el Papa Francisco en la Santa Misa en Palermo. El Romano pontífice meditó alrededor de la figura del beato Pino Puglisi, asesinado por la mafia en el día de su 56 cumpleaños debido a su constante tarea evangélica y social
“La palabra odio va cancelada de la vida cristiana: no se puede creer en Dios y oprimir al hermano. No se puede creer en Dios y ser mafioso. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfema con su vida el nombre de Dios-amor”. Así el Papa Francisco reflexionó sobre la victoria y la derrota, el amor y el egoísmo, el vivir para sí mismos o el donarse a los demás, en la homilía de la misa que celebró en ocasión del XXV aniversario del martirio del beato Don Pino Puglisi, en Palermo, Italia.
En ocasión de su visita pastoral a esta región del sur de Italia, en un viaje de un día lleno de citas y celebraciones, el Papa rindió homenaje en primer lugar, al beato mártir que tanta enseñanza dejó en el corazón de los palermitanos.
Amar la propia vida lleva a la derrota
En la homilía Francisco reflexionó en torno a la figura del padre Pino Puglisi, partiendo de la primera lectura y del Evangelio del día, en donde el Apóstol Juan escribe: “quien ama la propia vida, la pierde”.
Y “¿por qué?”, preguntó el Papa a los fieles. “No porque hay que odiar la vida: ella va amada y defendida”, dijo. Y explicó: porque según Jesús, quien vive para sí no pierde sólo algo, sino la vida entera, mientras que quien se dona encuentra el sentido de la vida y vence.
Hay que elegir entre amor o egoísmo
Según Francisco el egoísta piensa en cuidar la propia vida y se aferra a las cosas, al dinero, al poder, al placer. Se trata de un camino que termina mal porque al final se queda solos, con el vacío dentro, como el grano del Evangelio, que si permanece cerrado en sí mismo, permanece bajo tierra, solo. En cambio si se abre, y muere, florece y da frutos.
A quien piensa que el mundo no va de esta manera, y que para ir adelante sirven el dinero y el poder, el Papa advierte sobre una gran ilusión: porque el dinero y el poder no liberan al hombre, sino que lo hacen esclavo.
El verdadero poder es el del servicio, así lo enseña don Pino
El camino de Dios es siempre aquel del amor humilde, que libera desde dentro, y da paz y alegría. Por ello – explicó el Papa- el verdadero poder, según Dios, es el servicio. Y la voz más fuerte no es la de quien grita más, sino la voz de la oración.
El beato palermitano enseña este don de sí mismo. En efecto el Papa explicó que “no vivía para hacerse ver, no vivía de llamamientos anti –mafia, y no se contentaba con no hacer nada de malo, sino que sembraba el bien. Quien ama – dijo Francisco– se reencuentra consigo mismo y descubre cuán bello es ayudar, servir, encuentra la alegría dentro y la sonrisa fuera, como lo fue para don Pino.
El Santo Padre recordó que cuando el beato falleció en el día de su cumpleaños coronó su victoria con una sonrisa: una sonrisa que transmitía la fuerza de Dios. “Es la luz del amor, del don, del servicio. Necesitamos de muchos curas de la sonrisa, cristianos de la sonrisa, no porque tomen las cosas a la ligera, sino porque “son ricos de la alegría de Dios”. “Es dando la vida que se encuentra la alegría, porque hay más alegría en el dar que en recibir”, aseguró.
El p. Pino sabía que el peligro verdadero era “ir tirando”
“Don Pino –continuó el Papa – sabía que arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida no es arriesgar, sino ir tirando entre comodidades y atajos. “¡Dios nos libre de vivir contentándonos con verdades a medias!”
Mafia y Dios son incompatibles
El Papa volvió luego sobre la primera lectura, y afirmó que si uno dice ‘amo a Dios’, y en cambio odia a su hermano, es un mentiroso. Y esto porque a los demás la vida se les da, no se la quita. “No se puede creer en Dios y odiar al hermano”, aseguró el Pontífice. Y por ello “la palabra odio debe ser cancelada de la vida cristiana”.
“No se puede creer en Dios y ser mafiosos. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfemia con la vida el nombre de Dios – amor. Hoy necesitamos hombres de amor, no hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir poder. Si la letanía mafiosa es: ‘No sabes quién soy yo’, la letanía cristiana es: ‘Yo te necesito’. Si la amenaza mafiosa es: ‘Tú me las pagarás’, la oración cristiana es: ‘Señor, ayúdame a amar’. Por eso les digo a los mafiosos, ¡cambien! Dejen de pensar en ustedes mismos y en su dinero, conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo! De lo contrario, su propia vida se perderá y será la peor de las derrotas”.
Jesús invita a la acción
“Si cada uno hace algo, se puede hacer mucho”, decía don Pino. Por eso el Papa invitó a los presentes a preguntarse “¿Qué puedo hacer yo?”
“No esperes la sociedad, – les exhortó – inicia tú. No pienses en ti mismo, no huyas de tu responsabilidad, elige el amor. Siente la vida de tu gente que necesita, escucha tu pueblo”. “Este es el único populismo posible, el único populismo cristiano: sentir y vivir el pueblo, sin gritar, acusar, y suscitar contiendas”.
Dar la vida es el secreto de la victoria
En el final de la extensa homilía el Papa Francisco reiteró una cualidad del beato Pino Puglisi: él “vivía en camino para amar”, dijo. Y señaló que es ésta la “victoria de la fe”, que nace del escándalo del martirio: “Nadie tiene amor más grande que este: dar la vida por los amigos. Estas palabras de Jesús, escritas sobre la tumba de don Puglisi recuerdan a todos que ‘dar la vida’ fue el secreto de su victoria, el secreto de una vida bella. Hoy elijamos también nosotros una vida bella”, concluyó.