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Esta cristiana pakistaní lucha por cambiar el futuro de los niños pobres de su país

ZARISH NENO

Zarish Neno

Paola Belletti - publicado el 15/09/18

Movida por el deseo de poner su vida al servicio de los demás, Zarish Meno creó un centro que acoge y educa a 50 niños de los 3 a los 14 años: 40 son niñas. Como Minahil que estuvo a punto de ser asesinada tras nacer; u otra niña golpeada cada día por los abuelos

Nos “encontramos” con Zarish en las redes sociales e inmediatamente nos impactó por su fuerza unida a la belleza y dulzura femenina. Es como un baluarte en defensa de los más indefensos, armada por su gran fe que la vuelve audaz y humilde.

La contactamos para hacerle algunas preguntas sobre su historia y las que pasan por sus manos. Ella es la fundadora del Jeremiah Education Centreen Faisalabad y coordinadora para Pakistán deSteadfast onlus, organización comprometida en la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la explotación empleada en primera línea para Charlie Gard y Alfie Evans.

Buenos días Zarish: ¿puedes presentarte a los lectores de Aleteia?

Me llamo Zarish Neno, tengo 30 años. Soy una católica pakistaní. Vivo en Lahore. Estudié economía en Londres y Ciencias religiosas en Italia. Trabajé durante 5 años para el Centro de Catequesis de mi diócesis. Actualmente trabajo como diseñadora gráfica freelance. Soy fundadora de un centro educativo llamado Jeremiah Education Centre (JEC) que ayuda a los niños pobres que no pueden ir a la escuela a recibir una educación religiosa y social.

En mi tiempo libre me encanta escribir artículos sobre la situación de los cristianos en Pakistán. No soy periodista, cualquier cosa que escriba nace de mi pasión por la escritura y por el deseo de dar a conocer la vida que tenemos los cristianos en Pakistán.

¿Cómo nació tu compromiso con los niños y niñas y en qué consiste?

En 2016 estaba atravesando un periodo difícil en mi vida y buscaba dar sentido a mi vida. Seguía pensando cómo me gustaría ser recordada cuando me fuera de este mundo.

En ese momento Dios me iluminó: al sentir un profundo dolor al ver el sufrimiento de los demás y estando siempre disponible para ayudarlos, sobre todo a las niñas a quienes a menudo se les niegan los derechos fundamentales como la educación y la vida misma. Entendí que debía hacer algo por ellos y también por el progreso de mi país a través de la educación.

Reuní todas mis fuerzas y mis pocos ahorros y fundé nuestro centro Jeremiah Education Centre (JEC) para apoyar a lo niños cristianos. Quería hacer mi parte creando este océano hecho de tantas gotas y así empecé a trabajar en este proyecto, un centro libre para todos aquellos niños que han sido privados del derecho a la educación. Ayudándoles a ser pilares fuertes para nuestro país.

Cuando veo algo equivocado, alzo mi voz. Nuestra fe nos enseña a amar a todos y creo que solo así podemos llevar a los demás la Buena Noticia y hacerles sentir el amor de Dios.

¿Cómo trabaja tu centro, el JEC, a qué necesidad responde?

El Jeremiah Education Centre trabaja un área de Faisalabad, en Pakistán, donde un número creciente de niños abandonaban las escuelas. Estos niños procedían de un pasado de empobrecimiento; sus graves problemas económicos los obligaron a dejar la escuela.

La mayor parte de los niños encontrados en esta área venían de familias destruidas o monoparentales: no era raro que los padres cayeran en la toxicodependencia y abandonaran a sus familias, dejando que las madres lucharan para llegar a fin de mes. Al hablar con las mamás, nos dimos cuenta que ninguna de ellas quería sacar a los hijos de la escuela, pero no tenían otra opción dada su situación económica.

Los niños de una familia fueron obligados a encontrar trabajo para sostener a la familia, mientras que las niñas se quedaban en casa y se hacían cargo de la casa y los hermanos. Era evidente que los niños habrían preferido estar en la escuela y que sus padres sintieran lo mismo. Deseamos lo mismo para esos niños y quisimos ofrecerles un ambiente sano y “nutritivo” donde pudieran aprender y crecer como niños, dejando atrás las preocupaciones del mundo. Esta visión se volvió la piedra angular sobre la que se construyó el Centro Educativo de Jeremías.

Desde entonces el JEC ha estado ayudando a estas familias a través de las instalaciones en Daud Nagar, Faisalabad, patrocinando la educación de 50 niños entre 3 y 14 años, proporcionando matrícula completa, así como libros, uniformes escolares y becas, por lo que nunca deberían sacrificar su educación nuevamente debido a la pobreza.

Ofrecemos también actividades extra curriculares, tutorías y catecismo para facilitar el crecimiento intelectual y espiritual de los niños y hacerles adquirir experiencias saludables que los impulsarán a volverse ciudadanos compasivos y responsables del mundo.

Ponemos énfasis especial en la educación y el empoderamiento de las muchachas y enseñamos a los padres que la educación de sus hijas es tan importante como las de sus hijos.

Además de nuestro trabajo con estos niños, ofrecemos ayuda y apoyo a los padres entregándoles alimentos y bienes de necesidad básica, así como ayudando a las mujeres víctimas de violencia y abusos domésticos.

A través de nuestros esfuerzos por fortalecer y elevar a estas familias, esperamos crear un ambiente nutritivo para moldear a estos niños, el futuro de nuestro país.

¿Por qué el centro lleva el nombre de Jeremías? ¿Quién es?

Jeremías es un superviviente. Un niño cuya mamá defendió de ocho intentos de aborto. El padre que había abusado de ella quería que abortara, pero ella lo defendió incondicionalmente.

Defensa de la vida a toda costa: el año pasado el abrazo a Charlie Gard de muy lejos llegó precisamente de ustedes. Occidente y Oriente están en dos extremos que casi se tocan por el deprecio a la vida…

Cuando estábamos haciendo las campañas para defender la vida de Charlie Gard me dijeron que éramos los únicos de Asia que estábamos alzando la voz para apoyarlo.

Aunque el triste caso de Charlie Gard no tuvo un buen final, fue una bella experiencia para mí y para los niños del centro. Vimos al mundo unirse por una causa común. Ahora conozco la fuerza y la unidad de un mundo que ama la vida que no imaginaba que existiera. Estoy feliz por haber formado parte de ese caso.

¿Cómo nació tu colaboración con Steadfast onlus?

Como he dicho antes, los niños de nuestro centro han hecho las campañas para defender la vida de Charlie Gard. Nos unimos con el resto del mundo para elevar la voz y detener a Inglaterra de matar a este niño.

Fue en esa ocasión que encontré en Facebook el perfil de Emmanuele Di Leo (presidente de Steadfast onlus, fundada en 2014). Le escribí preguntándole que si había algo que pudiéramos hacer desde Pakistán por Charlie Gard, estaríamos felices de hacerlo. Y así fue que nos pusimos en contacto y al final me preguntó si me gustaría ser coordinadora de Steadfast Onlus en Pakistan y alegremente dije que sí.

¿Cómo vives tu fe? ¿Qué tiene que ver con tu compromiso en defensa de la vida?

Mi fe es mi ser. Es lo que soy. Es mi identidad antes que nada. Sin mi fe no creo que sería la persona que soy hoy. Y es precisamente a través de ella que he aprendido el valor y la dignidad de la vida humana.

Creo que ninguna otra religión defienda la vida humana como el cristianismo. Podemos encontrar muchos versículos bíblicos que nos explican el valor de la vida. Hay que recordar que el valor y la dignidad de la vida humana derivan del Dios creador y radican en el hecho que todos los humanos han sido creado a su imagen. Nosotros somos administradores de la vida que Dios nos ha dado, no nos la dimos solos ni solos nos la podemos quitar; tenemos que aceptarla, defenderla, amarla desde la concepción hasta la muerte.

Quitar la vida a alguien para aliviar el sufrimiento no es solo injustificable, sino que viola el orden moral definido por Dios. Más bien, los cristianos deben extender la ayuda, la compasión y el cuidado a aquellos que sufren o son más vulnerables, que se encuentran en el vientre materno, que han nacido, sean jóvenes o ancianos.

¿Qué te sostiene en medio de tantas historias dramáticas? ¿Te sientes impotente frente a tanto mal?

El salmista dice: “Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro siempre a mano en momentos de angustia” (Sal 46,2). Así es también para mí. Mi fe me mantiene fuerte en medio de las dificultades. Pero también el apoyo de la familia y los amigos me ayuda a ir hacia adelante en medio de estas historias dramáticas.

Creo que, con la fe en Dios hasta el último respiro, deberíamos seguir intentando, luchando por nuestros objetivos y seguir yendo detrás de nuestros sueños hasta que se vuelvan realidad. Ciertamente hay situaciones en que me siento impotente. En esos momentos no logro ni siquiera dormir pero siempre he creído que donde terminan nuestras fuerzas humanas empieza la intervención divina. Por lo tanto, debemos siempre ir hacia adelante sabiendo que la fe mueve montañas. 

Momentos de alegría, historias de esperanza: cuéntanos algo, dibújanos alguna de las caras de las muchas que ves y consuelas

Cuando encontré por primera vez a los niños con quienes trabajo, sus rostros estaban llenos de tristeza. Había a veces un extraño vacío en sus rostros porque no tenían ninguna esperanza en su futuro. Como si estuvieran esperando desesperadamente a alguien que los ayudara a salir de la situación en que vivían. Debo ser sincera: estas expresiones perdidas en el vacío me rompieron el corazón.

Me habría gustado tener el poder de llevar inmediatamente la felicidad a sus caras, pero estaba impotente. Ahí recordé las palabras de la Biblia que dice: Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar” (Rm 12,12) y eso fue lo que hice. Seguí orando a la Divina Providencia e hice todo tipo de esfuerzo para pedir a las personas apoyo para nuestra causa.

Pedí limosna, tímidamente y con humildad, cualquier migaja a quien tenía más que nosotros. Y, de hecho, después de los momentos de tristeza y lucha vimos los momentos de gran alegría.

Fuimos capaces de salvar la vida de una niña que se llama Minahil que estaba por ser asesinada tras nacer; fuimos capaces de ayudar a salvar a una niña golpeada por sus abuelos, cada día. Gracias a los donativos que recibimos 50 niños ahora pueden ir a la escuela, 40 de ellos son niñas. Hemos podido ofrecer leche y alimentos a una niña que se llama Carol que no era alimentada por sus padres porque al ser pobres no tenían los recursos para dar de comer a todos los hijos y privilegiaban a los hombres dándoles la poca comida que tenían.

Han habido muchas otras historias de esperanza y alegría. Pueden seguirlas todas en nuestra página de Facebook (o en mi perfil personal). Todo lo que ha sucedido ha sido posible gracias a Dios y al Espíritu Santo que ha sido nuestra guía y abogado. Y, ciertamente, también gracias a la intercesión de nuestra Madre celestial que desde el cielo nos guía y protege. Jesús dijo que podemos mover montañas a través de nuestra fe y lo hemos visto a través de nuestro cento.

El camino es aún largo, necesitamos mesas y sillas. Las clases las hacemos sentados en el piso. Necesitamos instrumentos didácticos y reformar la instalación eléctrica. Pero estamos seguros de que la Divina Providencia, con ayuda de la Virgen, seguirá ayudándonos como siempre lo ha hecho.

Ahora hay felicidad en los rostros de los mismos niños que encontré hace un año y medio. Se sienten más confiados. Algunos sueñan con ser médicos, otros sueñan con ser pilotos, algunos quieren ser enfermeros para poder servir a los demás; tenemos también a una chica que quiere ser religiosa.

Es simplemente hermoso ver que estos niños tienen una gran esperanza en su futuro. Es hermoso solo ver que logran imaginar un futuro en su vida. De hecho, nuestro eslogan que se puede encontrar en nuestro muro central dice I CAN CHANGE THE FUTURE.

Sí, cada uno puede cambiar el futuro.

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