El hambre en el mundo sigue avanzando: Uno de cada nueve seres humanos que habitamos este planeta pasó hambre en 2017. Ya son 821 millones de personas en el mundo que, el año pasado, sufrieron este flagelo. Nada autoriza a decir que en este 2018, podrían ser menos. De cualquier forma, es un escándalo.
El nuevo informe sobre “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018” dado a conocer esta semana en Roma por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) no puede ser más sombrío: los últimos datos indican que el número de personas que padecen hambre en el mundo continúa en aumento.
Aunado al lento avance en detener el hambre en el planeta, tampoco se están logrando avances, o en todo caso, son avances muy limitados frente a las múltiples formas de malnutrición, que van desde el retraso del crecimiento infantil hasta la obesidad adulta, amenazando la salud de cientos de millones de personas.
Mujeres y niños los más afectados
Las cifras de la FAO en su Informe 2018 muestran que los niños menores de cinco años afectados por retraso del crecimiento (altura baja para la edad), alcanzan los 150.8 millones (22.2 por ciento de la población infantil del mundo). A esto se aúna que 50.5 millones de pequeños de menos de cinco años, son afectados por emaciación (peso bajo para la altura), mientras que 38.3 millones de menores de cinco años (5.6 por ciento) tienen sobrepeso.
Si a esto se le vincula que 32.8 por ciento de las mujeres en el mundo en edad reproductiva padecen anemia y que 40.7 por ciento de lactantes menores de seis meses fueron alimentados exclusivamente con leche materna, la posibilidades del llamado “arranque (de la vida) parejo” son cada día más lejanas.
De hecho, el Informe de la FAO resalta que 2017 es el tercer año consecutivo que aumenta el hambre en el planeta. Hemos vuelto a los niveles de hace una década. “Este retroceso envía una señal clara de que hay que hacer más y de forma más urgente si se pretende lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de alcanzar el Hambre Cero para 2030”, sostiene el organismo en la presentación de su estudio anual.
Visto por regiones, la situación está empeorando en América del Sur y en la mayoría de las regiones de África, mientras que la tendencia decreciente de la subalimentación que caracterizaba a Asia parece estar bajando de forma significativa. Sin embargo, Asia, con 515 millones de personas con hambre sigue al frente del mundo, seguida de África con 256.5 millones, y de América Latina y el Caribe con 39 millones de personas que pasan hambre.
La investigación de la FAO señala que la variabilidad climática que afecta a los patrones de lluvia y las temporadas agrícolas, y los fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, se encuentran entre los principales factores detrás del aumento del hambre, junto con los conflictos y las crisis económicas.
Hambre cero cada vez más difícil de alcanzar
“Los signos alarmantes de aumento de la inseguridad alimentaria y los elevados niveles de diferentes formas de malnutrición son una clara advertencia de que hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de no dejar a nadie atrás en el camino para lograr los objetivos de los ODS en materia de seguridad alimentaria y una mejor nutrición”, advierten en su prólogo conjunto al informe los responsables de la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Si queremos alcanzar un mundo sin hambre y malnutrición en cualquiera de sus formas para 2030 –aseguran los cinco organismos– es imperativo que aceleremos y ampliemos las medidas para fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia de la población en respuesta a la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos”.
El Informe, finalmente, hace un llamamiento para implementar y ampliar las intervenciones dirigidas a garantizar el acceso a alimentos nutritivos y romper el ciclo intergeneracional de la malnutrición.
Los especialistas señalan que las políticas deben prestar especial atención a los grupos más vulnerables a las consecuencias negativas de un acceso inadecuado a los alimentos: lactantes, niños menores de cinco años, niños en edad escolar, muchachas adolescentes y mujeres. Al mismo tiempo, debe hacerse un cambio sostenible hacia la agricultura atenta a la nutrición y sistemas alimentarios que puedan proporcionar alimentos inocuos y de calidad para todos.
El Informe de FAO pide, igualmente, mayores esfuerzos para desarrollar la resiliencia climática a través de políticas que promuevan la adaptación y mitigación del cambio climático y la reducción del riesgo de desastres. Pero en un mundo de sordos, quizá esta llamada de alerta apenas si alcance a escucharse.