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El Papa Francisco enseña los secretos de la verdadera libertad

POPE FRANCIS GENERAL AUDIENCE
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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 12/09/18
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En la audiencia general, el Pontífice habló del “verdugo” llamado “ego” y advierte de los vicios como la envidia que alejan del amor: “La verdadera esclavitud es la de no saber amar” “Cuando tú encuentras la misericordia de Dios tienes una libertad interior grande y también eres capaz de transmitirla. Por esto es importante abrirse a la misericordia de Dios para dejar de ser esclavos de nosotros mismos”, expresó el papa Francisco durante la audiencia general del miércoles 12 de septiembre de 2018 en la Plaza de San Pedro. 

El Papa ha continuado su serie de catequesis sobre los mandamientos. Esta vez volvió a centrar su alocución sobre el tercer mandamiento del Decálogo donde se pide observar el día de reposo, mientras la semana pasada citó el Éxodo, hoy explicó que en el libro del Deuteronomio (5, 12-15) se establece este mandamiento para que el esclavo pueda también descansar. 

Por ello, explicó los vicios y los pecados que alejan del amor. ¿Puede una persona atormentada por dificultades internas ser libre? preguntó a los fieles y peregrinos presentes: “De hecho, hay personas que, incluso en prisión, viven una gran libertad mental. Piense, por ejemplo, en San Maximiliano Kolbe, o en el cardenal Van Thuan, quien convirtió las opresiones oscuras en lugares de luz. Así hay personas marcadas por una gran fragilidad interior, pero conocen el reposo de la misericordia y lo saben transmitir”. 

La verdadera esclavitud es la de no saber amar

“Hay muchos tipos de esclavitud, fruto de opresiones, violencias e injusticias; y también prisiones interiores, como los tormentos, los complejos o los obstáculos psicológicos. Pero hay una esclavitud que es más fuerte que cualquier otra: la del propio yo”, añadió el Papa. 

“El “ego” – continuó – puede convertirse en un verdugo que tortura constantemente al hombre, procurándole la más profunda de las opresiones que es el “pecado”. No hay descanso para quien vive de la gula y de la lujuria; el ansia de poseer destruye al avaro, el fuego de la ira y la carcoma de la envidia corroen las relaciones; y el egocentrismo del soberbio lo aísla y aleja de los demás. La verdadera esclavitud es la de no saber amar”. 

¿Qué es el pecado? El pecado – insistió – que no es  “la trivial violación de un código, sino falla de la existencia y una condición de esclavo. El pecado al final dice: ‘Ego, quiero hacer esto, esto, esto y no me importa si hay un limite o un mandamiento. Ni tampoco le interesa si hay amor: ¡Ego! ¡Eso es pecado! (cf. Jn 8,34)”.

El ego se esconde en los vicios 

Francisco reconoció el ego en las malas pasiones humanas: “El goloso, el lujurioso, el avaro, el colérico, el envidioso, el perezoso, el orgulloso,  y así sucesivamente son esclavos de sus propios vicios”. 

“No hay tregua para el goloso y el lujurioso que deben vivir con placer” e indicó que “la gula es la hipocresía del estomago que está lleno, pero que hace creer que está vacío”. 

Francisco indicó también que el “ansia de poseer” destruye al avaro: “siempre acumulando dinero, y haciendo daño a los demás”. 

La envidia pone amarillo el cuerpo y el alma 

“El fuego de la ira y el gusano de la envidia arruinan las relaciones”, sostuvo el Papa. “Los escritores dicen que la envidia vuelve el cuerpo y el alma amarilla como cuando una persona tiene hepatitis”. Esto porque “los envidiosos no gozan del frescor de la salud del alma…la envidia destruye”.  

El perezoso “que evita cualquier esfuerzo lo hace incapaz de vivir; el egocentrismo soberbio cava un profundo hoyo entre sí mismo y los demás”. Así, preguntó: “Por lo tanto, ¿quién es el verdadero esclavo? ¿Quién es aquel que no conoce descanso?  

La verdadera libertad interior: nunca más esclavos 

El esclavo que no sabe que es el reposo es aquel o aquella que no son capaces de amar. Francisco ilustró que todos estos vicios y estos pecados y este egoísmo alejan a la persona del amor y le hace incapaz de amar. “Somos esclavos de nosotros mismos y no podemos amar”.  El Papa invitó a ver el amor como una salida hacia los demás.

Francisco rememoró el tercer mandamiento que nos invita a celebrar la liberación en el reposo. Se trata del descanso que como cristianos, en la profecía del Señor, rompe con la esclavitud del pecado para ser capaces de amar. 

El verdadero amor es la verdadera libertad: aleja de la posesión, reconstruye las relaciones, sabe acoger y valorar a los demás, transforma todos los esfuerzos en un regalo alegre y lo hace capaz de la comunión. El amor también te hace libre incluso en una prisión, aunque seas débil y limitado”. “Esta es la libertad – continuó – que recibimos de nuestro Redentor, el Señor Jesucristo”, concluyó. 

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