El evangelio transforma al hombre completamente y no admite la hipocresía. El camino del cristiano es el martirio, no hay que aguar el evangelio: lo subraya el papa Francisco en la Misa matutina del 10 de septiembre de 2018 en Casa Santa Marta.
Son las duras palabras de reproche, tomadas de la primera Carta de san Pablo a los Corintios, que dirige a esos cristianos, constatando que muchos de ellos llevan ”una doble vida”.
El apóstol, subraya el Papa, está muy enfadado con ellos, que se vanaglorian de ser “cristianos abiertos” y en quienes “la confesión de Jesús iba a la par con una inmoralidad tolerada”.
Pablo recuerda que la levadura hace fermentar toda la masa y que hace falta levadura nueva para una masa nueva.
El Evangelio lo transforma todo
Jesús había recomendado a sus discípulos: “A vino nuevo, odres nuevos”.
La novedad del Evangelio, la novedad de Cristo - afirma el Papa - no es sólo transformar nuestra alma; es transformarnos del todo: alma, espíritu y cuerpo, todo, o sea, transformar el vino - la levadura – en odres nuevos, también todo.
La novedad del Evangelio es absoluta, es total; nos toma enteros, porque nos transforma de dentro hacia afuera: el espíritu, el cuerpo y la vida cotidiana.
Francisco observa que los cristianos de Corinto no comprendían la novedad totalizante del Evangelio, que no es una ideología o una forma de vida social que convive con las costumbres paganas.
La novedad del Evangelio es la Resurrección de Cristo, es el Espíritu que nos ha enviado “para que nos acompañe en la vida”.
Los cristianos somos hombres y mujeres nuevos, afirma el Papa, no de novedades.
Y mucha gente quiere vivir su cristianismo “de las novedades”: “Hoy se puede hacer así; no, hoy se puede vivir así … “.
Y esta gente que vive de las novedades que propone el mundo es mundana, no acepta toda la novedad.
Hay una diferencia entre “la novedad” de Jesucristo y “las novedades” que el mundo nos propone vivir.
Débiles sí, pero no hipócritas
La gente que Pablo condena, continúa el Papa, “es gente tibia, es gente inmoral, (…) es gente que simula, es gente formal, es gente hipócrita”. Y reafirma: “La llamada de Jesús es una llamada a la novedad”.
Alguien puede decir: “Pero, padre, somos débiles, somos pecadores …” – “Ah, esto es otra cosa”.
Si aceptas que eres pecador y débil, Él te perdona, porque parte de la novedad del Evangelio es confesar que Jesucristo vino para perdonar los pecados.
Pero si dices que eres cristiano y convives con estas novedades mundanas, no, esto es hipocresía. Esa es la diferencia.
Y Jesús lo decía en el Evangelio: “Atentos a cuando les digan: el Cristo está allí, está allá, está allá …. Las novedades son esto: no, la salvación es con esto, con esto …”. Cristo es uno solo. Y Cristo es claro en su mensaje.
Jesús no engaña a quien quiere seguirle, y Francisco, a la pregunta: “¿Cuál es el camino de quienes viven “la novedad” y no quieren vivir “las novedades”? recuerda cómo acaba el pasaje del evangelio de hoy, con la decisión de escribas y doctores de la ley de matar a Jesús, de “acabar con él”.
“El camino de quienes asumen la novedad de Jesús es el mismo: el camino hacia el martirio”, advierte el Papa. Martirio no siempre cruento, sino el de todos los días.
“Estamos en camino y nos contempla el gran acusador, que suscita acusadores hoy para contradecirnos”.
Pero, concluye, no hay que negociar con ‘las novedades’, no hay que “aguar el anuncio del Evangelio”.