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¿Tus hijos se descontrolan al salir de la escuela? Eso tiene un nombre

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Calah Alexander - publicado el 31/08/18
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El “colapso del autocontrol después de clase” es un fenómeno real y os decimos cómo ayudar a vuestros hijos a gestionarlo.

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Cuando mis hijos llegan a casa de la escuela, todos hacen cosas muy diferentes. Mi hija de 12 años, mientras escarba en la despensa, comienza a hablar a la velocidad de la luz sobre todo lo que le ha sucedido ese día. Mi hija de 9 años merienda algo y luego empieza a hacer los deberes o a quejarse de que algo es injusto. Mi hijo de 8 años va directo a su habitación, cierra la puerta y juega con sus figuras Pokémon durante media hora larga. Y a mi hijo de 5 años le da un berrinche que lo tiene dando vueltas por el suelo de la cocina.

Siempre lo mismo, todos los días, con precisión relojera. Cuatro niños en cuatro estados emocionales diferentes tratando de relajarse después de un largo día de trabajo escolar, de horarios y de aprendizaje, todo mientras yo intento avanzar con las tareas domésticas y preparar la cena. Inevitablemente, alguien empieza a llorar (alguien además del niño de 5 años que ya está llorando) y en los días realmente malos, ese alguien soy yo.

Resulta que esta es una experiencia extremadamente común para los niños en edad escolar, tan común que tiene su propio nombre, según la revista Motherly: colapso del autocontrol después de clase:

“Los niños lo experimentan de varias maneras. Algunos niños se derrumban por completo y manifiestan rabietas [o] rechazo a las instrucciones de los padres, mientras que otros simplemente se retiran o se quedan tranquilos durante un rato después de la escuela”, afirma Stacy Haynes, CEO y psicóloga asesora en Little Hands Family Services. 

Cómo ayudar a facilitar la transición después de la jornada escolar

Al final de la jornada escolar, la mayoría de los padres estamos deseosos de preguntar por todo lo que ha pasado en el día. Pero eso puede ser lo último que necesite un niño, durante un rato, dice Haynes. “Dad tiempo a los niños para que tomen un tentempié [y] relajen sus mentes”, explica. “Ofreced a vuestros hijos alguna actividad física directamente después de la escuela, como algún deporte, yoga o caminar, que ayudan enormemente a descargar y equilibrar la mente y el cuerpo”. Los deberes también pueden esperar y probablemente estarán mejor hechos como resultado de ese descanso cerebral.

Como yo, mi hija de 12 años procesa las cosas hablando de ellas (a veces sin cesar), así que ya ha encontrado la manera de relajarse. En realidad nunca he intentado dejarla hablar hasta que haya terminado, sino que tiendo a cortarla casi inmediatamente para redirigirla. Aunque para mí sea un esfuerzo escucharla pacientemente en lugar de tratar de redirigirla a sus deberes, si dejarla hablar es la mejor manera de darle un respiro a su cerebro para que pueda volver a concentrarse en las tareas, es un esfuerzo que vale la pena hacer.

Mi hijo de 8 años siempre ha procesado las cosas jugando solo, desde que era un párvulo. Hace tiempo que identifiqué esta costumbre y rara vez interfiero en su ritual después de la escuela. Sin embargo, mis hijos de 9 y 5 años han sido un misterio para mí. ¿A qué vienen las quejas? ¿Por qué las lágrimas y las rabietas?

Ahora lo entiendo. Después de todo, yo también necesito algo de tiempo para relajarme después de un largo día de trabajo; a veces lo hago leyendo, a veces haciendo ejercicio, pero lo que nunca hago es pasar inmediatamente de un largo día de trabajo a aún más trabajo. Mi cerebro suele estar frito y sé que si trato de trabajar así, tardaré el doble de tiempo en lograr la mitad.

Sin embargo, si retomo las tareas después de una pausa generosa, casi siempre me refresco lo suficiente como para hacer esas últimas cosas antes de acostarme. Tiene sentido que mis hijos sientan exactamente lo mismo.

El truco será averiguar qué tipo de descanso le ayuda a relajarse a cada uno. Sé que no será un juego solitario, no son exactamente del tipo de niños que juegan solos. Y no será una conversación interminable… de hecho, mi hija de 9 años a menudo llega a un estado de más nerviosismo cuando habla.

Pero como yo, ambos disfrutan de la actividad. Apuesto a que darles una merienda y media hora para nadar o jugar al aire libre será exactamente lo que necesitamos para superar el abatimiento y conseguir el estado de ánimo adecuado para abordar los deberes del colegio antes de que llegue la hora de dormir. Bonificación: si juego con ellos, podría obtener el mismo beneficio para mí.

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