“Es hora de enfrentar el problema real con coraje y sobriedad”, expresa quien los propone, el sacerdote dominico Dominic Legge.Ante el informe de abusos de cientos de personas, niños la mayoría de ellos, por sacerdotes en el Estado de Pensilvania, y de otros altos dignatarios del clero estadounidense, han surgido voces que quieren proponer el camino para enfrentar esta “catástrofe moral”, como la llamó el presidente de los obispos de Estados Unidos, el cardenal Daniel DiNardo.
Una de estas voces es la del sacerdote dominico Dominic Legge, profesor de teología en la Pontificia Facultad de la Inmaculada Concepción en Washington. El largo artículo de Legge se publicó en la revista First Things en su versión electrónica, y contiene cinco puntos para enfrentar la crisis y tratar de solucionar el problema monumental que enfrenta la Iglesia en Estados Unidos.
Te puede interesar:
“Vergüenza y dolor”: Vaticano responde a informe de abusos sexuales en EEUU
El primero, dice Legge, pasa por investigar el pasado y tener una contabilidad transparente de los fallos. “¿Cómo se permitió que continuaran las redes conocidas de sacerdotes (y obispos) homosexuales activos? ¿Qué estructuras de responsabilidad faltaban? Esta investigación no solucionará el futuro, pero comenzará a identificar dónde están los mayores problemas.
En segundo lugar, comenta el sacerdote dominico, “todas las diócesis y las órdenes religiosas deben implementar un programa afirmativo para excluir a los solicitantes de vocaciones con una historia de atracción de personas del mismo sexo profundamente arraigadas, y sin duda a aquellos que se dedican a actividades homosexuales”.
En tercer lugar, agrega el padre Legge, los obispos estadounidenses deberían promulgar, como “ley particular”, las normas del Código de Derecho Canónico de 1917 (en su mayoría fueron descartadas del Código de Derecho Canónico actual, cuando fue revisado en 1983) que tratan de los actos sexuales de los clérigos (ya sea homosexual o heterosexual, y ya sea con menores o con adultos). Esas disposiciones hicieron que la actividad sexual de los clérigos, incluso con otros adultos, fuera un delito canónico. Los castigos incluían “ser privados de su cargo, beneficio, dignidad, responsabilidad, si tienen tal o cual cosa, y en casos más serios, deben ser depuestos”.
Más adelante, en cuarto lugar, apunta Legge que debe haber “una visita apostólica” a todas las provincias de órdenes religiosas, cancillerías diocesanas, seminarios, oficinas de directores de vocaciones y de la USCCB (Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos), “para investigar si tienen redes de sacerdotes homosexuales activos, estructuras de manipulación u otras conductas inapropiadas”.
Finalmente, y en quinto lugar, el padre Legge señala que es necesario que haya “un sistema para informar la infidelidad sexual clerical -incluso la infidelidad con ‘adultos que consienten’- en el sistema que existe actualmente para denunciar el abuso clerical de menores”.
Te puede interesar:
Abusos sexuales de sacerdotes: Un nuevo terremoto sacude la Iglesia de Estados Unidos
Según lo considera Legge, los informes no deberían ir solo al obispo o superior religioso; necesitan involucrar a una junta de revisión y otras personas ajenas a la comunidad. Las acusaciones deben ser investigadas, usando procedimientos justos y deben concluirse con un informe de hallazgos que recomiende cargos canónicos cuando esté justificados. Este proceso debe ser instituido tanto para lans órdenes religiosas como para las diócesis.
El sacerdote subraya que estas recetas -bastante sencillas- se pueden llevar a cabo si la jerarquía católica estadounidense acepta la ayuda de laicos e investigadores de fuera de las diócesis, órdenes religiosas y seminarios, para exponer la corrupción “y comenzar el proceso de despedir a los malhechores”.
Se trata de “limpiar el sacrilegio, para que la Iglesia sea nuevamente santa”, escribe Legge en Firts Things, y deja en claro que “los escrúpulos piadosos” y los escritos bien intencionados (pero lejanos a la realidad) no arreglarán las cosas. “Es hora de enfrentar el problema real con coraje y sobriedad”.
Te puede interesar:
¿Podrá salir adelante la Iglesia en Estados Unidos tras la “catástrofe moral” de Pensilvania y McCarrick?
Foto ilustrativa (archivo)