Palabras dirigidas el sábado 11 de agosto a 70.000 jóvenes italianos reunidos en el Circo Máximo de Roma
Cansados pero no debilitados por el calor de estos días y por el camino, jóvenes de toda Italia cantaron su alegría en espera de la llegada del Papa Francisco a su macroencuentro en el Circo Máximo de Roma y, sobre todo, dispuestos a escuchar sus respuestas a tres de ellos que le presentaron las esperanzas e inseguridades que albergan el corazón de los jóvenes: sueños, fidelidad, testimonio.
Sueños como estrellas brillantes
“Y esta es la tarea que les toca: transformar los sueños de hoy en la realidad del futuro, y para esto hay que ser valiente”.
Este fue el primer aliento del Papa Francisco, respondiendo al deseo de Letizia y Lucamatteo de poder ser fieles a sus aspiraciones, a pesar del prejuicio de algunos adultos y del miedo al juicio de los demás.
“¿Saben? Los sueños de los jóvenes dan un poco de miedo a los adultos. Dan miedo, porque cuando un joven sueña va lejos. Quizás porque han dejado de soñar y de arriesgar. Eh … muchas veces la vida hace que los adultos dejen de soñar, dejen de arriesgar; quizás porque vuestros sueños ponen en crisis sus elecciones en la vida”.
El Papa les mostró el modelo de san Francisco, “un joven del siglo XIII” que con valor “cambió la historia de Italia. Francisco corrió el riesgo de soñar a lo grande; no conocía fronteras, y soñando acabó su vida”.
Pero solo con Dio, advierte el Papa, los grandes sueños no se transforman “en espejismos o en delirio de omnipotencia”.
El amor no tolera medias tintas
Martina, 24 años, no tiene miedo de abrir su corazón ante el Papa Francisco y le confía los temores del compromiso a la vida matrimonial y, al mismo tiempo, el deseo de construir una familia anestesia que dedicarse a la carrera, como muchos adultos aconsejan. Adultos que deberían ser “puntos de referencia” y “capaces de escuchar”, pero que Martina echa de menos. Igualmente directo, como es su estilo, el Papa responde animando a los jóvenes a no tener miedo al amor, sino a ese “pero” que puede “parar” la vida.
“No tengan miedo de pensar en serio en el amor, en el riesgo, en el amor que hace crecer, en el amor fecundo. ¡Arriesguen en el amor! La idea de elección que hoy respiramos es la de una libertad sin ataduras, atentos, sin compromisos y siempre con una vía de escape: “Elijo, pero…”. Ella puso el dedo en la llaga. Ese pero nos para.
La Iglesia sin testimonio es solo humo
“Donde no hay testimonio no está el Espíritu Santo. A los primeros cristianos se les decía: “miren cómo se aman”. Ser cristiano no es un estátus. Debemos elegir el testimonio”.
Tras la intervención de Dario, 27 años, sobre las grandes preguntas ante la muerte, el dolor y los escándalos de la Iglesia que, denuncia, la “hacen poco creíble a nuestros ojos”, el Papa Francisco responde: “A veces las palabras, aunque hablen De Dios, traicionan su mensaje de amor. A veces traicionamos el Evangelio. Debemos elegir el testimonio, Jesús nos enseña a salir de nosotros mismos (…) la Iglesia sin testimonio es solo humo.
La Iglesia les necesita
Cantos, lecturas, momentos de reflexión y breves videos jalonaron la Vigilia tan esperada por los 70.000 jóvenes que a través de la experiencia agotadora pero bellísima de la peregrinación eligieron venir a pie a Roma. Y sobre la metáfora del “andar”, dijo el Papa: “La Iglesia necesita su valentía, sus intuiciones, su fe. Y cuando lleguen adonde nosotros no llegamos aún, tengan la paciencia de esperarnos, como Juan esperó a Pedro ante el sepulcro vacío”.
Pero sólo caminando juntos y con Dios, afirma Francisco, se pueden alcanzar metas lejanas y ayudar a los hermanos heridos.
¡Cuántos sepulcros hoy esperan nuestra visita! ¡Cuántas personas heridas, también jóvenes, han escondido su sufrimiento “poniendo una piedra encima”. Con la fuerza del Espíritu y la Palabra de Jesús podemos apartar esas losas y dejar entrar rayos de luz en esos antros tenebrosos.
El secreto está en sentirse amados
Y sin embargo, hay un secreto para caminar a paso veloz y firme a través de nuestra vida, y el Papa lo recuerda a los jóvenes antes de rezar con ellos la oración del Sínodo y bendecirles: “(…) será muy bello y comprometido su camino de vuelta a casa, a sus pueblos y comunidades. Recórranlo con la confluenza y la energía de Juan, el “discípulo amado”. Sí, el secreto está allí, en ser saber que se es amado, amada por Jesús, el Señor.