Al menos tres veces a la semana recorro a pie al menos seis kilómetros de la Via Francígena. Muchas veces me encuentro a peregrinos que saludan amablemente a pesar del cansancio con un gesto de mano y una sonrisa, y digo con un gesto de mano y una sonrisa porque es un idioma universal, y los que la transitan generalmente vienen de distintas partes de Europa.
Donde estoy ya es la última etapa para llegar a Roma, porque la Via Francígena o Francisca, para quien no lo sabe es el recorrido histórico que llevaba a la ciudad eterna desde el norte de Europa. Una de las tres peregrinationes maiores, junto a la de Tierra Santa y el camino de Santiago de Compostela. Camino que lleva al peregrino a visitar y honrar la tumba de san Pedro.
Se trata de un itinerario con más de mil años de historia, una ruta que comenzaba desde las islas británicas, el Reino de los Francos, y las regiones más apartadas del Imperio. Los peregrinos atravesaban los Alpes por el Puerto de montaña del Gran San Bernardo: cruzaban el surco del Valle de Aosta, y luego se abrían para ellos las puertas del “Bel Paese” (Italia) con sus ciudades llenas de historia y arte.
Un camino de algo más de mil kilómetros que con constancia y con calma, disfrutando de los hermosos paisajes variopintos que la naturaleza brinda, se logra realizar en un mes y medio aproximadamente.
Dependerá de cada peregrino dónde comenzar esta experiencia inolvidable, Inglaterra, Francia, Suiza, Italia. A pie o en bicicleta, o combinando algunas etapas con el tren.
Lo importante es disfrutar y aprovechar cada una de estas etapas, que en total son 131 con importantes puntos de interés, con una gradación de períodos que van desde los etruscos y romanos hasta la Edad Media y el Renacimiento.
Sin dudas es el viaje de realizar una vez en la vida. Y si aun tienes dudas de realizarlo, quizás esta galería fotográfica con los hermosos paisajes de esta vía, te ayuden a decidirte:
Para saber más en detalle te invito que visites la página oficial de la Via Francígena.
Hoy celebramos a...