El santuario de Lourdes fue este viernes 27 de julio es el lugar de salida de la 19.ª etapa del Tour de Francia 2018. Un importante lugar espiritual de encuentro entre peregrinos y los campeones del pedal¿Has visto alguna vez a un ciclista con un maillot amarillo o blanco con lunares rojos en el corazón del santuario de Lourdes? Pues esto es lo que vieron quienes pasaron por Lourdes este viernes 27 de julio.
En efecto, 70 años después de aquella primera edición en 1948, el santuario de la pequeña ciudad de los Pirineos acogió una vez más un inicio del Tour de Francia.
Un lugar importante, ya que marcaba el inicio de la última etapa de montaña del recorrido que con el propósito de llevar a los atletas hasta Laruns, en los Pirineos Atlánticos. El village depart, es decir, la recinto que se instala cada vez en cada lugar del recorrido (el “pueblo de salida”, literalmente), se ubicará en la plaza frente a la basílica Rosario.
Los autobuses de los equipos de pelotón tenían previsto situarse en la explanada de las procesiones, mientras que el podio de los ciclistas se iba a colocar frente a la estatua de la Virgen coronada. Una gran Reina para las pequeñas reinas.
Una procesión mariana bicicleta en la mano
Los equipos organizadores del santuario han pensado con la cabeza pegada al manillar para adaptar sus programas a las necesidades del evento. De hecho, durante unas horas, en este lugar único se iban a mezclar peregrinos de todo el mundo ─se esperaban 15.000 para el día de la etapa, entre ellos 2.000 enfermos─ con periodistas, curiosos… y deportistas.
Durante la procesión mariana con antorchas, este jueves 26 de julio, los peregrinos pudieron avanzar con una bicicleta en una mano y una antorcha en la otra. En esta ocasión, Mons. Nicolas Brouwet, obispo de Tarbes y Lourdes, tenía previsto bendecir cada una de las bicicletas. Este viernes 27 de julio, el prelado celebró una misa, a las 8 de la mañana, en la Gruta. Luego los corredores fueron bienvenidos y bendecidos en el mismo lugar. Así entrararon en el tono característico de esta última prueba de montaña. Se esperaba que este baño de bendiciones les permitiera disfrutar de unos calcetines ligeros (es decir, que pedaleen con facilidad).
La primera edición de 1948
En 1948, bajo el impulso de Mons. Théas, obispo de Tarbes-Lourdes, apasionado de la bicicleta, los virtuosos de la “pequeña reina” (la petite reine, que es como llaman los franceses a la bicicleta) se detuvieron en la Gruta, donde meditaron antes de ser bendecidos por el prelado. De aquella etapa resultó vencedor el italiano Gino Bartali, apodado “Gino el piadoso”.
En 1990, 1994 y 2011, la ciudad mariana había acogido dos salidas y un final de etapa, mientras que en 2015, los corredores pasaron delante del albergue de Notre-Dame. 70 años después de la primera edición, el santuario renueva así esta tradición de amistad con el Tour de Francia y la gran Reina acoge de nuevo a sus hijos.