Un bandolero argentino del siglo XIX a quien la Iglesia católica nunca ha reconocido. Su culto, una creencia mágica
El pasado mes de abril, algunos medios de comunicación de Argentina informaron del hallazgo del cadáver de un feto de 5 meses de gestación que habría sido ofrecido ante un altar del Gauchito Gil.
A primera vista, es un “santo” de gran devoción popular en aquel país, también entre muchos católicos. Pero… ¿se trata de un santo de verdad?
Buceando en la historia
La figura real que está en el origen de este culto pagano se llamaba Antonio Mamerto Gil Nuñez y vivió en la segunda mitad del siglo XIX en Mercedes (Argentina).
Era un gaucho, es decir, un habitante de las llanuras vinculado al trabajo ganadero, y las tradiciones cuentan que era un bandolero que robaba a los terratenientes y poderosos. Además, era devoto de San La Muerte.
Se cuenta que el 8 de enero de 1878, cuando volvía de la fiesta de otro “santo popular”, san Baltasar, fue capturado por la policía y desangrado hasta la muerte.
Antes de morir le dijo al agente que lo ejecutó que cuando regresara a su casa descubriría a su hijo muriéndose por una enfermedad, pero que si le rezaba a él –por haber derramado la sangre de un inocente–, su hijo se curaría.
Así sucedió, y por eso el policía respondió al milagro con la construcción de un santuario en honor del ya conocido como Gauchito Gil.
Desde entonces se ha convertido en un lugar de devoción y peregrinación, cerca de la ciudad de Mercedes, sobre todo en su fiesta anual, que congrega a miles de seguidores que esperan un
milagro (o aseguran ir a agradecerlo).
Además, hay pequeños altares a este “santo pagano” repartidos por todo el país.
Espiritualidad de rebeldía
Orlando Van Bredam, autor de un libro sobre este curioso personaje, asegura que el Gauchito Gil no es el típico bandido que roba a los ricos para repartir el botín entre los pobres, sino un “retobado”, un revoltoso contra el poder, el equivalente a lo que hoy podría ser un huelguista.
“Tenía una autonomía de pensamiento que demostró al haber abandonado el ejército y haberse negado a pelear en la guerra de la triple alianza”, explica.
No es extraño, por tanto, que sea el “patrono” de los delincuentes, que se han acogido a su protección, ya que habría sido un “mártir” de la fuerza bruta policial.
Y a él acuden para pedirle favores. Favores que pueden verse tanto en el santuario de Mercedes como en muchos emplazamientos devocionales en toda Argentina.
Una costumbre muy extendida es escribir la petición al Gauchito en una cinta de raso rojo y colocarla por la noche en un palo, alambrada o árbol que se encuentren en un cruce de caminos.
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