“No hay edad en que la vida finaliza”No todos los días se encuentran historias como estas, pero la de Antonio Celletti vale la pena ser contada: es general retirado de la Aeronáutica militar, fue esposo, es padre, abuelo, viudo y desde el 2 de junio se convirtió en el primer diácono permanente que recibe la ordenación presbiteral en la diócesis de Roma.
Con 68 años, participó siempre de la vida comunitaria en la Parroquia San Irineo a Centocelle, donde a principios de este mes recibió su ordenación sacerdotal de manos de Daniele Libanori, obispo auxiliar para la diócesis de Roma a cargo de la atención del clero.
Es en esta misma parroquia donde el nuevo Padre Celletti sirvió desde el 2015 como diácono permanente.
Fue en el 2006 cuando Antonio quedó viudo tras tres décadas de matrimonio con su esposa Luciana: “una mujer maravillosa con la que compartí 31 años de un matrimonio feliz, no obstante su enfermedad”, según cita RomaSette.it.
Tras la muerte de su esposa recibió la invitación de su párroco, el Padre Paolo Aiello, para iniciar un proceso al diaconado permanente, comenzando un camino de formación que culminó en 2015.
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“En esa ocasión obtuve el grado en ciencias religiosas en la Universidad Lateranense y ahora estoy inscrito en la facultad de teología”, agregó.
Ya su diaconado lo vivió a través del servicio, sobre todo, “con aquellos que están lejos o fuera de la Iglesia”. Un servicio que continúa con la gracia de poder llevar a muchos el don de la Eucaristía.
El pasado 24 de abril Celletti recibió la noticia que sería ordenado sacerdote el 2 de junio. El neo presbítero contó cómo recibió este anuncio en una entrevista difundida por el sitio web de la parroquia San Irineo:
“No podía imaginar el asombro que acompañó esta noticia. Asombro por una parte por lo inadecuado que me siento a un servicio a un don así de grande. De otro lado, abrió una perspectiva porque el asombro evidencia una cosa más grande, una puerta que se abre sobre experiencias nuevas con las que seguramente me enriqueceré y esto en el ámbito del servicio”.
También contó cómo fue su llamada a un compromiso mayor dentro de la Iglesia, primero como diácono permanente, ahora como sacerdote: “Percibí pequeños y diversos signos en mi vida palabras o solicitudes que venían de la gente, que no tenían un significado propio, pero que en general me dieron curiosidad. Entonces le pedí al vicario un discernimiento sobre estos signos, para ver si tenían un real significado para mí, o si eran solo una sugestión. Evidentemente sí estaban ahí”.
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Ya cerca de los 70 años, el Padre Celletti no duda en afirmar que “no hay edad en que la vida finaliza”, y asegura ser “un ejemplo viviente de que Dios da carismas, dones a aquellos que quiere, así como la gracia para poderlos sostener, para poder cumplir; porque su Palabra es verdadera”.
De la redacción de Gaudium Press, con información de RomaSette.it y santireneo.org.