Chase Hilgenbrinck y Phillip Mulryne saben lo que es vivir del fútbol. Y saben muy bien lo bien que podemos pasarla jugando o viéndolo, como haremos millones en todo el mundo durante el Mundial. Pero también saben muy bien que hay llamados más grandes y que vale la pena seguir
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Chase Hilgenbrinck y Phillip Mulryne se perfilaron en su época como grandes futbolistas. En el caso de Hilgenbrinck, estadounidense, consiguió incluso representar a su país en los seleccionados juveniles. Mulryne integró el plantel del Manchester United y de su propia selección de Irlanda del Norte. Pero algo más atractivo que vivir del deporte más popular del mundo tocó a sus puertas, y respondieron al llamado.
Chase creció en Bloomington, Illinois, en 1982. Criado en una familia católica, fue destacándose en el futbol e incluso durante su adolescencia fue convocado para la selección juvenil de Estados Unidos.
Su talento fue perfilándole una carrera en el fútbol universitario, en el que defendió la camiseta de Clemson University, destacándose como defensor. Al no haber sido convocado por un equipo de la Major League Soccer al terminar la Universidad, Hilgenbrinck siguió el consejo de un entrenador y continuó su carrera en Chile, país al que llegó en 2004.
El “Gringo” Chase, como se le conoció en el país andino, se destacó sobre todo en el Club Deportivo Ñublense, equipo con el que consiguió el ascenso a la Primera División, iniciando lo que sería el momento deportivo más importante del club chileno.
Durante los 90 minutos, un pilar del equipo. Afuera de la cancha, también, ya que como recuerdan en Chillán llegó a organizar grupos de lectura bíblicas entre los jugadores.
El grupo fue importantísimo para apuntalar el espíritu de ese plantel que hizo historia. Pero durante ese tiempo, “el gringo” fue madurando una vocación que confirmaría al regresar a su país.
Hilgenbrinck dejó el fútbol en 2008, ingresó en el seminario, y en 2014 fue ordenado sacerdote. En 2016 regresó a Chile y celebró una Misa con la comunidad que lo alentaba como jugador, y ahora lo arropaba como sacerdote. Actualmente, es vicario parroquial y capellán de secundaria en su diócesis, Peoria.
Philip Mulryne es algunos años mayor que Hilgenbrick. Su itinerario en la vida de fe fue algo distinto. Joven talento norirlandés, de joven era una promesa del Manchester United, aunque no tuvo el lugar en la Liga ante un plantel plagado de estrellas como David Beckham, Paul Scholes, Andy Cole, entre otros.
Pasó a Norwich City, de la segunda división, y pasó por distintos equipos que le permitían llevar un buen pasar. “Me compré tres o cuatro coches en un año porque estaba aburrido y siempre quería más. Nunca fue suficiente. Pensé que ese estilo de vida me iba a hacer feliz”, dijo un tiempo después.
Las lesiones y algunas cuestiones disciplinarias lo fueron alejando del fútbol, del que se retiró a los 31 años. Hombre en búsqueda, fue encontrando en la caridad y en la fe el sentido que con 600 mil libras al año no podía encontrar.
En 2009 ingresó en el seminario de Belfast y en 2012 ingresó en el noviciado dominico. Realizó su profesión como dominico en 2016, y fue ordenado sacerdote en 2017.