Hubiera podido parar su sufrimiento diciendo: “sí, me convierto al islam” pero prefirió a Cristo, ahora su historia en un libro en español
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Meriam Ibrahim Ishag lucía delgada, más de lo debido para una mujer embarazada de 8 meses, sus ojos eran vidriosos y fijos, mientras leía la sentencia, el juez Al-Khalifa subrayó la magnanimidad de su tribunal en Jartum que había concedido tres días a la acusada para que renunciara al cristianismo. Ella se negó. Él concluyó que por no haberse convertido al islam merecía un duro castigo.
El caso de la joven sudanesa de religión cristiana que fue arrestada junto a su hijo pequeño, en condiciones muy duras, después de que un pariente desconocido la denunciara por apostasía, mantuvo a millones de personas durante meses en una permanente incertidumbre.
Fue condenada a 100 latigazos por el cargo de adulterio por casarse con un cristiano y la muerte por ahorcamiento por negarse a abjurar de su fe cristiana.
Meriam dio a luz a su hija en prisión, encadenada. Pero siguió sin mirar hacia abajo, luchando por su libertad, porque se sabía inocente de los cargos que la imputaban.
No era consciente que se estaba convirtiendo en un símbolo de la persecución de los cristianos en el mundo. Meriam a sus 27 años fue considerada por el Papa Francisco como un fuerte testigo de constancia en la fe (14/07/2014). Ahora, la periodista italiana Antonella Napoli plasma la historia de la liberación en un libro en español que sigue paso a paso este drama con un final feliz.
Si los ojos son el espejo del alma, Napoli, al fijar la vista de Meriam ha contemplado “una gran fe y una consciencia única de que Dios la protegería siempre”. Sin pestañar o cavilar una respuesta, recordó a Aleteia los momentos más dramáticos del suplicio judicial de la mujer sudanesa.
Napoli ha abrazado a Meriam en la embajada de Estados Unidos en Jartum, Sudán, en horas interminables, antes de que pudiera salir del país con la intermediación del gobierno italiano. Ha seguido su caso desde el principio, abierto en los primeros meses de 2014, y ha mediado para obtener una interrogación al parlamento italiano para su liberación.
Al final, el gobierno de Roma hizo presión y facilitó un avión en el que viajó el jefe de la diplomacia italiana como fiador.
Riesgo de muerte por no abjurar
“Soy cristiana y me llamo Meriam”, dijo la mujer embarazada de cinco meses y madre de otro niño de brazos (de 19 meses) ante un juez del tribunal de Jartum, consciente de que cada palabra pronunciada la acercaba a una condena mortal. Acusada de apostasía y adulterio, podía ser llevada a la horca. Hija de un musulmán, cargaba conscientemente la culpa de haberse casado por amor con un católico.
“Meriam hubiera podido parar con todo ese sufrimiento simplemente diciendo: Sí, me convierto al islam…De verdad, su fe es inmensa. Ella habla poco, pero tiene una gran fuerza espiritual -afirma la periodista-. A pesar de la enfermedad y el sufrimiento, Daniel nunca le pidió de renegar su fe en Cristo, en su marido tuvo un apoyo importantísimo”.
Meriam Yehya Ibrahim Ishag estuvo a la merced de un tribunal regido por la sharía (ley islámica) en Sudán, a pesar de vivir en una nación con una Constitución que garantiza la libertad de culto, pero con un vacío legislativo y judicial que deja entrar por la ventana el fundamentalismo.
El juez, tratándola con sospecha, le leyó la acusación del tribunal y el veredicto: sentencia de muerte. Embarazada, fue tratada como una delincuente peligrosa encadenada al tobillo. Su hija Maya nace en prisión. La Corte de apelación de Sudán la declaró inocente en junio 2014, tras una batalla jurídica emprendida por su abogado, Mohaned Mustafa al Nour y la ayuda de varios activistas, como Napoli.
La contienda fue promovida por la asociación nacida en 2005 Italians for Darfur, Amnistía Internacional, el gobierno italiano y contó con las presiones de la Iglesia católica.
Acusada por su familia paterna, Meriam, que nunca conoció a su padre porque la abandonó, ha sido educada en la fe cristiana por su inseparable madre, una mujer ortodoxa de nacionalidad etíope.
Casada con Daniel, sudanés refugiado en Estados Unidos vuelve al país y le conoce en una iglesia católica.
Final feliz y el abrazo con el Papa Francisco
Napoli cuenta a Aleteia la atención especial que el Papa Francisco dedicó a Meriam y a su familia, también en la audiencia privada en el Vaticano el pasado 14 de julio 2015.
“Ella seguramente ha quedado muy impresionada por la gran humanidad demostrada por el Papa”, indicó la autora del libro, recientemente publicado en español.
Me llamo Meriam
“En ese momento no sabía que era un símbolo, ni me importaba. Solo pensaba en mi esposo, en el pequeño Martin y en la vida que crecía dentro de mí. Pensaba que bastaba con pronunciar dos palabras para salir de aquella pesadilla y regresar a una vida normal. Pero no quise pronunciarlas”, Meriam
La audiencia fue un gesto del Papa Francisco, como tantos otros, que exterioriza cercanía, atención y oración por los cristianos que sufren persecuciones o limitaciones impuestas a su libertad religiosa.
“Cuando se saludaron al final de la audiencia, el Papa se quedó en la puerta de Santa Marta, la residencia donde vive, hasta que Daniel (esposo de Meriam), en silla de ruedas debido a una distrofia degenerativa, fue acomodado por los empleados en el automóvil”. Allí permaneció (Francisco) con el brazo extendido hasta que sus huéspedes no se alejaron del todo.
El papa Francisco en varios ocasiones, en la audiencia general del miércoles 20 de mayo 2015, ha recordado que existen “tantos hermanos y hermanas exiliados o asesinados solo por el hecho de ser cristianos”. Y los ha llamado “mártires”.
También ha expresado su deseo de que se “acreciente la conciencia de que la libertad religiosa es un derecho humano inalienable”, para que “aumente la sensibilización sobre el drama de los cristianos perseguidos en nuestro tiempo y se ponga fin a este crimen inaceptable”.
Una nueva vida en Estados Unidos
La diplomacia de la Santa Sede ha tenido un papel discreto y constante en la liberación de Meriam. “Seguramente hubo una solicitud muy fuerte de los obispos de Sudán y de Sudán del Sur (donde viven la mayoría de cristianos) y la Santa Sede ha estado en contacto con el gobierno de Jartum teniendo un papel importante, pero sobre todo ha sido la diplomacia italiana la que ha hecho concretos los esfuerzos diplomáticos para la liberación”, confirmó Napoli.
Meriam llegó en New Hampshire, Estados Unidos, con su marido Daniel Wani (sudanés refugiado político en EEUU) y sus dos hijos, Maya de 10 meses y Martin de 3 años.
“Ella ha sido afortunada porque ha encontrado una comunidad sudanesa muy numerosa allí, la apoyan igualmente varias organizaciones pro-derechos humanos locales y asociaciones católicas. Ahora tienen una casa más grande gracias a los servicios sociales. Los niños tiene la Green Card, mientras ella espera de recibir la ciudadanía porque la amenaza fundamentalista acecha”.
El peligro fundamentalista no termina. De hecho, la familia paterna de Meriam ha apelado al tribunal de Jartum para hacerla repatriar y juzgarla en Sudán nuevamente.
“El fallo de la causa de apelación de los familiares está aún pendiente”. Por otro lado, los abogados de Meriam, están intentando una causa más ambiciosa para cancelar el delito de apostasía ante la Corte Constitucional del país afro-árabe. “Para que nadie más vuelva a pasar por este tormento”.
Meriam no es un caso único
No obstante, la pesadilla no termina. Un éxodo de cristianos de Sudán a Sudan de Sur (la nación de mayoría cristiana que se independizó del gobierno islámico de Jartum) está en acto, y una nefasta normalidad mezcla iglesias demolidas, amenazas de muerte y persecución.
Quien resiste quedándose del lado de la frontera de mayoría musulmana arriesga la vida. Napoli cuenta que actualmente hay dos pastores evangélicos en la cárcel debido a su fe.
Peter Yein Reith, pastor sudanés de una Iglesia presbiteriana en la capital del país, fue arrestado, junto a su esposa e hijo de un año. La policía lo fue a buscar después de celebrar el culto. Así también el pastor Yat Michael que llegó a Jartum con sus hijos para curarse, fue invitado a dar un sermón en una iglesia semi-destruida y fue arrestado por atentar contra la paz pública. En ambos casos, tras el juicio fueron dejados en libertad pero no pueden salir del país y aún corren peligro.