Porque es fácil engañarse pensando que los resultados más importantes son solamente los inmediatos
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Una de las cosas más frustrantes de ser madre ama de casa es que al final del día estás inevitablemente exhausta pero, de alguna forma, nada de lo que hiciste parece explicarlo. Cambiaste unos cuantos pañales, quizás cocinaste y pusiste algunas lavadoras. Ayudaste con los deberes, llevaste a los niños al parque… no es tan extraordinario.
Si todo este trabajo diario y doméstico terminara de repente, puedes apostar a que la gente se daría cuenta. (¿Alguna vez has cogido la gripe y has visto alarmada como toda la casa se sucumbía en el caos?). La labor de una madre, cuando se hace de forma cotidiana, rápidamente se vuelve invisible, a veces incluso para la misma madre. Es difícil recordar lo importante que es.
Incluso cuando otras personas valoran lo que hago, rara vez me extiendo ese mismo aliento a mí misma. Cuando mi marido vuelve a casa después de un largo día de trabajo en el taller, me agradece mi dura labor, pero me siento ridícula aceptando la gratitud, sobre todo cuando no tengo nada que mostrar del fruto de mi trabajo, más allá de que todos los niños están vivos y relativamente secos. De noche, cuando mis pensamientos y yo nos quedamos a solas, me digo que no merezco estar tan agotada. Después de todo, ¿qué es lo que hecho?
Cuando empiezo a comerme mucho la cabeza sin piedad, encuentro que la mejor cura para salir del bucle es ser específica con mis quejas. “Vale, a ver, probemos esta teoría”, me digo: “¿Qué es exactamente lo que he hecho hoy?
“Ehmm… (empezar cuesta un poco)… He dado de desayunar a los niños, ¿eso cuenta?”. Así que me obligo a repasar todo el día y tomar nota de todo lo que se notaría que yo no he hecho. ¿He puesto la comida en la mesa? Entonces es que he alimentado los cuerpos de mis seres queridos y he ofrecido a mi familia un tiempo especial para conectar los unos con los otros. Las comidas familiares son importantes. ¿Cerré por fin la cita con el médico? Entonces es que estoy haciendo lo necesario para mantener sus cuerpos sanos y proteger al resto de la comunidad de la potencial propagación de enfermedades. ¿Leí algunos cuentos al pequeño mientras la cena estaba en el horno? Entonces es que le mostré que él es importante para mí y que merece que le dedique mi tiempo. ¿Imagináis que nunca se hubiera dado cuenta de eso?
Solamente porque vuestro trabajo no sea visible no significa que no sea valioso. Repasar mis tareas diarias me ayuda a recordar su importancia. En vez de recordar todas las cosas que tengo que hacer mañana, me tomo un minuto para recordarme todas las cosas que he hecho hoy. Cualquier cosa que destacara de haber quedado desatendida —por pequeña u ordinaria que sea— pertenece a esa lista. La idea es obligarte a reconocer que todo el trabajo que hiciste y haces es muy real, tanto mental como físicamente, y negarte a caer en esa narrativa de que solamente los trabajos emocionantes cuentan como trabajo.
Recuerda que esta verdad puede marcar una grandísima diferencia en tu autoestima. La autoestima, después de todo, no es narcisista. ¿Acaso no deberías tener estima por lo que es genuinamente valioso? Bueno, pues tú eres valiosa. Tu trabajo es valioso. Y, para ser justos, te debes a ti misma reconocerlo.