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Una caminata por la vida en medio del desierto de la muerte

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Jaime Septién - publicado el 29/05/18
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Una recorrida por el desierto de Arizona para honrar a los inmigrantes que mueren al intentar cruzarlo

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La Caminata del Migrante, que se realiza cada año desde hace quince ha vuelto a poner la muerte de los que intenta entrar a Estados Unidos en sus oraciones y en sus pasos a través del desierto.

La caminata se realiza anualmente para honrar a los inmigrantes fallecidos en el cruce del desierto de Arizona, una extensión de 311 mil kilómetros cuadrados, compartida por México y Estados Unidos en la que, en verano, la temperatura puede subir a 50 grados centígrados.

La caminata se inició el fin de semana pasado, con una ceremonia en la ciudad de Tucson en la que los participantes tomaron las cruces blancas que representan a los muchos muertos que han quedado esparcidos.

Nunca se sabrá el número exacto de migrantes muertos: se calcula que son entre 200 y 300 cada año.  Las aves de carroña –los buitres por ejemplo—pueden desaparecer un cadáver en 36 horas y los huesos quedar repartidos en varios kilómetros a la redonda.

Viene lo peor del verano

Durante toda esta semana, 50 personas voluntarias recorrerán la misma ruta que usan los inmigrantes para cruzar el desierto, donde tan solo durante el presente año fiscal 2018 (que comenzó el 1 de octubre de 2017) han fallecido 58 personas.  Y viene el período más agudo de calor en el verano.

La caminata comienza en la población fronteriza de Sasabe, Sonora (México), desde donde los participantes cruzaron la frontera hacia Arizona para caminar hasta llegar nuevamente a la ciudad de Tucson el próximo domingo tres de junio.

Su intención es llamar la atención sobre los peligros brutales que enfrentan los migrantes, muchos de ellos enganchados por redes de traficantes –conocidos como “coyotes”—que pueden llegar a abandonarlos en pleno desierto.

Además de las cruces de color blanco, esta vez el grupo también lleva consigo la imagen de la joven guatemalteca Claudia Patricia Gómez González, de 20 años quien murió la semana pasada a manos de un agente de la Patrulla Fronteriza en Texas, sin que hasta el día de hoy se conozca la identidad de este agente de los “Rangers” texanos.

No el sueño americano, sino el sueño humano

Al término del año fiscal 2017, un total de 147 inmigrantes fallecieron en la frontera de Arizona, de acuerdo a cifras de la Oficina del Médico Forense del condado Pima (Arizona).  Sin embargo, la posibilidad es que haya entre 200 o 300 muertos cada año, según organismos que se encargan de proteger a los migrantes.

“Nuevamente estamos aquí, quince años después seguimos caminando para recordar a nuestros hermanos y hermanas que han fallecido no buscando el ‘sueño americano’, sino ‘el sueño humano’”, dijo Margo Cowan, quien ha participado en cada una de las caminatas.

La activista y abogada de inmigración está convencida que por cada cuerpo o restos humanos que son encontrados en el desierto, por lo menos otros diez no han sido contabilizados.

“Es una caminata difícil, no por el aspecto físico, sino emocional, al pensar en todos esos padres, madres, hermanos, hermanas que fallecieron en esta frontera”, dijo Cowan en un reportaje del periódico angelino La Opinión.

Política de muerte

Cowan habló así al término de una conferencia de prensa en la Iglesia Presbiteriana del Sur en la ciudad de Tucson, quien se ha distinguido por liderar el movimiento de ciudades y lugares “santuario” en el Estado de Arizona.

Kat Rodríguez, quien ayuda a organizar la caminata desde sus inicios en el año 2004, señaló a la agencia Efe que “por quince años hemos demandado y continuaremos demandando un alto a la militarización de la frontera y una política que solo divide familias y fomenta las muertes en la frontera”.

El grupo estima que desde 1990 más de 7,000 inmigrantes han muerto en su intento por cruzar la frontera entre los Estados Unidos y México.

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