El famoso tenor emociona con su sentida devoción a la VirgenAndrea Bocelli en Fátima no sólo cantó. Era invitado de honor en las celebraciones del centenario de las apariciones a los tres pastorcitos que tuvieron lugar el siglo pasado en Cova da Iria, pero estaba allí también como devoto y peregrino. Como un hijo.
En el perfil Facebook del Santuario aparece un post que muestra el momento de oración y recogimiento, atestiguado también por el propio cantante, y de la vuelta de rodillas en el pasillo interior de la capilla de las apariciones. La exposición pública de estos momentos, que de por sí son personales e íntimos, forma parte del precio, no siempre justo, que los “vip” tienen que pagar a la opinión pública.
En este caso es deseable que, tras la curiosidad que impulsa a saber lo que hacen, dónde están, con quién van las personas famosas, prevalezca el deseo de conocer las razones de una fe manifestada muchas veces y sin vergüenza, por parte de un hombre de tanto talento y éxito.
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Con el estilo cuidadoso, casi solemne con que escribe incluso en las redes sociales, Andrea Bocelli habla de la Virgen María con devoción, con firmeza y reconociéndole los grandes títulos que la Iglesia le atribuye. Lo hizo en un día en que la celebración de una fiesta civil, el día de la Madre, coincidía con la de la Virgen de Fátima. Habló, con decisión, del vínculo que le une con ambas madres.
Ha dado voz, hashtag y Me Gusta a esa cadena de mediaciones que desde el cielo se multiplican para llegar a cada uno de nosotros. Sí, somos amados. En cada fibra de nuestro ser, en cada célula, somos cuidados, apoyados y sostenidos por un amor eterno.
El tenor italiano, famoso y amado en todo el mondo, no duda en hablar de su fe, siente que tiene una responsabilidad, igual que en el pasado no tuvo miedo a contar errores, vicios y crisis.
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Se muestra contento y agradecido por lo que tiene, partiendo de su propio talento, y muestra un cierto orgullo viril al hablar de la Virgen María y de la primacía maravillosa que solo Ella tiene entre los pobres hombres y Dios.
Es hermoso ver que hay personas realizadas, ricas, famosas que llevan el rosario porque conocen el poder de esta devoción y que no se preocupan de que la cosa resulte cool o no. Son como esos hijos finalmente adultos, que ya no se avergüenzan en público del afecto por su madre, sino que al contrario, hablan de él a los amigos, a los desconocidos, a todos.
Ante la eternidad, que sin Dios sería como un muro de sinsentido contra el que nos estrellaríamos todos, ser más o menos rico, más o menos famoso, no cuenta nada. Lo que cuenta es salvarse, y esto Bocelli parece tenerlo muy claro: reza, de rodillas, y se dirige con confianza a la Mediadora por excelencia.