Un libro muestra desconocidos rasgos del empresario argentinoAcaba de ser presentado en Buenos Aires el libro “Un empresario en plenitud. Enrique E. Shaw y su eficaz desempeño” (LID Editorial, Buenos Aires, 2017), obra que revela imperdibles trazos hasta ahora desconocidos del empresario argentino que podría llegar a los altares y ser el primer santo contemporáneo del mundo para los hombres de negocio. La novedad de la obra es doble, puesto que supone la publicación de una minuciosa investigación a cargo de Sara B. Critto de Eiras, abogada, magíster en Matrimonio y Familia, y nieta de Shaw.
El parentesco con Enrique no anula la objetividad de la obra, sino que por el contrario, abre camino a nuevas fuentes hasta ahora desconocidas, y enriquece con detalles la hombría de bien del fundador de ACDE. Es que en “Un empresario en plenitud” se vive el día a día de la empresa Rigolleau que a Shaw le tocó dirigir. Basado principalmente en sus anotaciones personales, pero también en otros escritos y en publicaciones internas de la empresa por aquellos años, vemos a un empresario que sonríe cuando se cruza con sus empleados, que los saluda estrechando firmemente la mano y mirándolos a los ojos con una sonrisa, que los honra cuando se retiran, que si ha de celebrar, lo hace en grande, que los distingue por su desempeño, que se mezcla entre ellos, que da lugar a exposiciones artísticas para que puedan mostrar su talento. Pero también a uno que busca la mejor comunicación ante la huelga, que analiza la productividad, que se preocupa por la competencia, por la innovación en el sector.
La obra no se detiene al analizar en rescatar aquellas buenas obras de un hombre que decía que la mejor manera de difundir el Evangelio es vivirlo, sino que adentrándose en los escritos de Enrique, las explica, y dota sus acciones de un sentido más profundo, más trascendente. Un buen ejemplo de ello es el análisis que se hace sobre la visión de Productividad en Shaw. Shaw, como buen empresario, buscaba la mayor productividad, y cuidaba todos los detalles relacionados a ella. Shaw escribe, a la luz de lo que le había escuchado al presidente de la Federación de Patronos Católicos de Bélgica que “la productividad para el cristiano es mucho más que el progreso técnico, que la paz social, o que la elevación de bienestar social: es un medio de perfeccionamiento del hombre. El trabajo no es un fin en sí, la producción no es tampoco un fin en sí, el bienestar no es un fin. (…)La productividad es un instrumento para hacer hombres mejores y dignos de su destino sobrenatural”.
La visión de Shaw está empapada de lo que la Doctrina Social de la Iglesia había reflexionado hasta el momento, pero también en algunas ideas hasta se adelanta a lo que futuras reflexiones en torno al bien común proponen. En eso también la autora hace un novedoso aporte, involucrando incluso mensajes y homilías del Papa Francisco, en los que la sintonía de pensamiento con Shaw son evidentes.
Se muestra a un Shaw espiritual, íntimo en su relación con Dios, que escribe en anotaciones personales con soltura y afecto filial: “Las cosas creadas son la sonrisa de Dios, dice San Ireneo. Los dirigentes de empresas, al crear trabajo, no solo deben distribuir, sino multiplicar la sonrisa de Dios. Quiera Dios que no acaparemos la sonrisa de Dios, pues privaríamos de alegría al mundo (…) Al contrario, las riquezas deben crear riquezas, proporcionar trabajo a los hombres, acrecentar la vitalidad económica, para lograr así una economía ordenada y dinámica, que sea una de las bases de la paz social”.
Shaw tiene como ideal que en la empresa “haya una comunidad humana que afiance la unión de las distintas personas que participan en la producción, y por tanto, dar al obrero sentido de que pertenece a una empresa, sentido de su deber hacia la colectividad, gusto de su trabajo y por lo tanto de subida”.
Pero la obra no deja ver sólo a un hombre que da consejos para la empresa. Presenta un modelo de coherencia cristiana en lo ordinario que va más allá del empresario. Su visión de cómo María puede ayudar en la vida empresarial es una suerte de guía de la espiritualidad mariana para el trabajo. Sobre la importancia actual de la comunicación y las relaciones humanas en el trabajo, escribe que “la Virgen más educada que nosotros nos enseña a sonreir, a ser agradables, amabales, saber mandar y al mismo tiempo a aprender de nuestros subordinados (…).
Concluye la obra con anexos documentales que permiten traslucir la calidez, la templanza, y a la vez la firmeza de Shaw, incluso en momentos de tensión y dificultad.
En suma, “Un empresario en plenitud. Enrique E. Shaw y su eficaz desempeño” no es apenas una biografía de un empresario cuya causa de beatificación se encuentra en avanzado estado en Roma. Sino es, ante todo, una invitación a asumir el trabajo en la empresa con una mirada trascendente, a no renunciar a ser cristiano ganándonos el pan, y a disfrutar alegremente de hacerlo.
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