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¿Cuál es la fiesta más importante, la Navidad o la Pascua?, preguntó el papa Francisco a los 15.000 fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para participar en la audiencia general de este miércoles 28 de marzo de 2018.
“Saben… yo hasta que tuve 15 años pensaba que la Navidad era la fiesta más importante, pero todos erramos”.
Francisco reafirmó que la Pascua es la fiesta más importante porque es la celebración que trae la salvación.
“Es la fiesta del amor de Dios por nosotros: la muerte y la resurrección del Señor Jesús”.
En este sentido, el Papa reflexionó sobre el significado profundo de la Pascua y los días que siguen de festividad (Tríduo Pascual del 29 de marzo al 1 de abril 2018).
“Días - consideró - que son los más importantes del año litúrgico” para los creyentes por el recuerdo de “los eventos de la salvación realizados por Cristo y nos proyectan a nuestro destino futuro, reforzando nuestro compromiso y testimonio”.
El Pontífice exhortó también a volver a la usanza de antes cuando las mamás en Pascua lavaban los ojos a los niños ante una fuente de agua para ver las cosas nuevas y limpias con Jesús.
Atrás las cosas viejas
Francisco insistió en que este anuncio es también una “llamada a la responsabilidad en la misión, pues renueva en todos los bautizados el sentido de nuestra nueva condición, y nos invita a despojarnos del hombre viejo para vivir como hombres resucitados”.
Asimismo, el Papa, como dijo san Pablo, invitó a buscar con Jesús las cosas del cielo y no las cosas de la tierra.
“Miren a lo alto, mirar al horizonte, ensanchar el horizonte. Esta es nuestra fe, esta es nuestra justificación, es el estado de gracia”.
El bautismo es una resurrección con Jesús y se vive concretamente todos los días, instó.
Cristianos fingidos, corruptos
Quien está con Cristo no puede ser corrupto y ya no vive con la “muerte en el alma”, explicó.
“La justificación de Jesús nos salva de la corrupción”. Y en otro momento, recordó: "Pecadores sí, corruptos no".
Francisco luego confío a los fieles:
Francisco aseguró que todos los cristianos “somos pecadores”, pero cuando se pide perdón a Dios, “el Señor nos perdona”.
El corrupto, en cambio, finge de ser una persona honorable, pero “al final en su corazón hay putrefacción”. Así, dijo que Jesús da una vida nueva.
“Pensemos a los cristianos mafiosos”, expresó. “¡Pero, este de cristiano no tiene nada! Se dicen cristianos pero llevan la muerte en el corazón y a los demás”. Francisco pidió rezar por ellos para que el “Señor toque sus almas”.
En este sentido, el Sucesor de Pedro insistió en que la resurrección en Jesús hace del mundo “un espacio nuevo donde ser, gracias a Cristo y con Él, instrumentos de consuelo y esperanza para aquellos que sufren todavía hoy la humillación y la soledad”.
Y en otro momento de improvisación y sin hojas en la mano, el Papa invitó a los peregrinos venidos de América Latina y España a acudir al sacramento de la penitencia: “Tengan el coraje de realizar una buena confesión en estos días”.