Un autor del texto asegura que no se puede elaborar el estudio solo con datos económicos o sociales y sin tener en cuenta aspectos como el apoyo de la familiaLos datos del World Happiness Report 2018 encumbraron recientemente a Finlandia, que ha pasado a ser -según el informe- el país más feliz del mundo.
Pero, ojo, algo falla cuando incluso la organización que elabora el Informe Mundial (redactado desde 2012 por la New Economics Foundation y del que es responsable último Naciones Unidas) cuestiona los resultados.
Efectivamente, quien tome el estudio y lo lea, encontrará que el capítulo 6 se dedica a América Latina y su autor, Mariano Rojas, investigador de la Facultad Latino Americana de Ciencias Sociales (FLACSO-México) y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, subraya que América Latina tiene un índice de felicidad superior al que arrojan las variables del estudio.
Concretamente, los países más felices según el estudio serían Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza. Los Estados latinoamericanos no aparecen hasta el número 13, en que se encuentra Costa Rica. Le siguen México (24) y Panamá (27).
No confundir personas con consumidores
El capítulo revela, entre las conclusiones, que “el caso de Latinoamérica no ignora la importancia de los ingresos (económicos), pero muestra claramente que en la vida hay más que ingresos”. Y hace una propuesta rotunda: “El discurso del desarrollo no debería confundir personas con consumidores ni bienestar con el poder adquisitivo”.
¿Cuáles son las claves de la felicidad en América latina? El investigador concluye que “las relaciones interpersonales basadas en la persona, genuinas y cálidas contribuyen a la felicidad”. Según él, el discurso sobre el desarrollo ha prescindido de estas relaciones en favor de las relaciones instrumentales, por lo que el World Happiness Report 2018 tendrá un gran impacto en el crecimiento económico pero no en la felicidad de las personas”, dice.
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El capítulo presenta datos de varios informes previos y considera que, después de cruzar estas informaciones, basarse solo en la economía y en la situación social de un país genera una mirada distorsionada: “Parece que los indicadores sociales y económicos que comúnmente se utilizan en los estudios de desarrollo no aportan una imagen completa del bienestar de los latinoamericanos“.
La familia, clave de la felicidad
Para llegar a esta autocrítica, en el capítulo del Informe Mundial de la Felicidad 2018 se dice que se ha estudiado la situación “no solo como una fuente de apoyo material sino, fundamentalmente, como fuente de afecto positivo y de sentido no materialista de la vida”. Se dice expresamente que “la abundancia y calidad de las relaciones de familia juegan un papel crucial en la comprensión de la felicidad en Latinoamérica”.
El texto del informe subraya que “la mayoría de la gente crece en familias (…) en Latinoamérica la gente tiende a vivir más tiempo con sus padres y no necesariamente los dejan cuando se llega a ser adulto“. Viviendo más tiempo en la familia se fomentan los lazos de unión, y existe una relación “cercana, desinteresada y duradera” entre los miembros.
Los niños y los mayores, queridos
A esto se añade una gran valoración de la crianza de los hijos así como del cuidado de los mayores, que muchas veces viven en la casa familiar con sus hijos y nietos. Estas relaciones en el marco de la familia, se lee, son “gratificantes”: las personas mayores, añade el texto, valoran positivamente la compañía de sus seres queridos.
El estudio subraya el valor positivo de visitar a los familiares en su versión extensa (tíos, primos, sobrinos…), algo que no se vive de la misma forma en la cultura de Europa occidental o de los países anglosajones, más inclinados a enfriar la relación una vez cumplida la mayoría del edad del sujeto.
Aspectos a mejorar
El World Happiness Report ha tenido en cuenta hasta ahora variables como el nivel de renta, la corrupción, la seguridad, los beneficios sociales aportados por el Estado, el sueldo o la salud y la esperanza de vida. Además, se han valorado aspectos como la percepción subjetiva de la felicidad. En el informe de 2018 también se han valorado los indicadores procedentes de los migrantes acerca de cómo viven en cada país.
En el caso de Latinoamérica se hace patente que queda mucho por recorrer en cuanto a seguridad, corrupción política y nivel de renta; sin embargo, las notas que apunta el autor del texto obligan a reconsiderar la metodología para que la conclusión final sea realmente más acertada.