Sigue con nosotros las huellas del Santo Cura Brochero
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Nuestro fotógrafo de Aleteia Marko Vombergar peregrinó como gaucho en una de las peregrinaciones más emblemáticas de la Argentina. Se trata de La Brocheriana, peregrinación a pie y a caballo que durante seis días sigue las huellas del Santo Cura Brochero, el cura gaucho.
Son 200 kilómetros a través de la sierra cordobesa, atravesando bellísimos paisajes y algunas inclemencias, viviendo un camino espiritual único antes de la Semana Santa. Este año participaron cerca de 750 peregrinos montados a caballo y unos 350 caminantes.
Surgida hace más de 20 años, la peregrinación une Córdoba con Villa Cura Brochero, haciendo noche en distintas localidades que alguna vez el emblemático santo argentino fue recorriendo en su camino de evangelización. Son días cargados de intensa convivencia, con noches frías para abrazarse al poncho, pero de mucha oración y recogimiento. Se sabe, se siente, el que guía el camino es el Santo Cura Brochero, como él mismo hacía alguna vez juntando fieles para el ejercicio como el pastor que va llamando una a una a las ovejas.
Cada día, cada noche, cada hora, es única en esta peregrinación. Cada Misa entre los pastizales, con altares improvisados, pero no por eso menos dignos, con María de Luján testigo y la infaltable guitarra, es para retratar e inmortalizar en el recuerdo. Cada comida resignifica su sentido: comer el calórico locro en casa bajo el abrigo de las paredes es una cosa, pero hacerlo bajo el amparo del cielo es otra.
Este año los más de mil peregrinos salieron el sábado desde la capital cordobesa, para hacer noche en Malagueño. Al día siguiente, unieron Malagueño con Cabalango. El lunes, Cabalango hasta Los Gigantes; el martes hicieron noche en San Gerónimo y el miércoles en Ambul, última noche hasta siguiendo los caminos creados por el gran evangelizador e impulsor del desarrollo Brochero arribar el jueves en Villa Cura Brochero, otrora Villa del Tránsito.
La recepción fue con vítores y aplausos e incesantes campanadas en una suerte de abrazo popular de los vecinos, acompañado por guitarras y un payador que supo dibujar con la palabra momentos señalando por ejemplo cómo los gauchos se llevaban el sombrero al corazón diciéndole al Santo: querido Padre Brochero, aquí estoy, llegué.
Se merecen el recibimiento. Son héroes de una Argentina distinta, que no aparece en la portada de los diarios y en los debates políticos y televisivos. Es la que peregrinó y es la que en todos los pueblos y parajes por una semana se volcó a su apoyo. Es la Argentina de los que cabalgan y caminan en nombre de sus familias, de sus amigos, de sus seres queridos, por caminos que llenan el alma y hermanan en la fe y en la patria. Son como héroes anónimos, que se atreven a aquello que parece de otro tiempo, pero que es un pilar no solo de su vida sino de la Nación: la oración y la fidelidad a las raíces.