El arquitecto, discípulo de Le Corbusier, prioriza las condiciones de vida de las personas que “vivirán” el edificio.El arquitecto indio Balkrishna Doshi ha sido proclamado ganador del premio Pritzker 2018 (el equivalente al Nobel de arquitectura) cumplidos ya los 90 años. Es un galardón a toda una trayectoria que, en su caso, está marcada por varios aspectos.
Por un lado, en Doshi aparece la unión entre la arquitectura occidental y la tradición oriental. Nacido en Pune (India) en 1927, estudió en Bombay y a los 24 años viajó a París, donde trabajaría con Le Corbusier.
Funda escuelas de Arquitectura y Urbanismo en India
El arquitecto francés lo incluyó en el equipo de trabajo de importantes proyectos en Chandigarh y Ahmedabad, dos ciudades indias. En esta última fundó y construyó las escuelas de arquitectura y urbanismo, de las que fue muchos años director.
La arquitectura de Doshi es un trabajo marcado por la ética, en el sentido de que el arquitecto es responsable de facilitar a la sociedad espacios que realmente cumplan la función para la que se necesitan, dialoguen con el entorno y al mismo tiempo creen un vínculo entre modernidad y tradición.
Así lo ha puesto de manifiesto en la construcción de barrios obreros, con pocos recursos económicos, en los que dio también importancia a los espacios públicos.
Hormigón “humanizado”
En el caso de Doshi, este vínculo queda expresado en muchas ocasiones por el hormigón y lo rectilíneo (aprendido con Le Corbusier) y la integración de la naturaleza, los jardines y parterres, la ventilación, el aprovechamiento de la luz, la protección del calor y la lluvia del monzón, las celosías, la gradación de superficies, las fuentes y caídas de agua…
De este juego entre uso de la luz y protección de la misma, el máximo exponente es su propia residencia, la Casa Kamala, levantada en 1958.
Por todo ello, Doshi siempre ha sido un abanderado de la unión entre paisajismo, arquitectura y urbanismo. Sus construcciones no son proyectos nacidos en un despacho alejado de la realidad sino que tratan de mejorar el entorno para el que se han levantado.
Arquitectura humilde
La dimensión ética existe en Doshi sin gritos y sin banderas de reclamaciones, muy consciente de las posibilidades económicas de la zona donde trabajaba y del sostenimiento de los edificios en el tiempo. No ha seguido las modas, sino que siempre ha defendido una arquitectura “humilde, anónima y sin adjetivos”. Y sin embargo, ha dedicado muchos años a la formación de estudiantes de arquitectura en India (lo que ha contribuido al progreso de su país).
Nunca ha propugnado una lucha entre la India, antigua colonia británica, y Occidente. Al contrario, ha tendido puentes para que se aproveche lo bueno de la tradición y se una a la vanguardia europea.
Doshi, pese a su edad, continúa trabajando en su despacho de Ahmedabad, que es a la vez escuela donde se siguen formando unos 60 profesionales actualmente. El nombre del despacho -creado en 1980- es toda una declaración de principios: Sangath, que significa “moviéndonos juntos”.