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Prepara Familia: Cómo prevenir la violencia contra las mujeres

VENEZUELA

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Macky Arenas - publicado el 08/03/18

Llegamos como voluntarios católicos al hospital porque queríamos apoyar a estas mujeres en su dura situación. Preguntamos a las enfermeras por el área más crítica y nos dijeron el piso 5, donde están Neurocirugía y Nefrología. Pero qué va, nos dimos cuenta de que había muchas necesidades, así que nuestra primera intención nos duró solo horas"...

Prepara Familia es una ONG destinada a la prevención de las violencias contra las mujeres y al apoyo de las madres y niños del Hospital J.M. de los Ríos situado en Caracas. La institución fue fundad el 2 de febrero de 1937 como el “Hospital Municipal de niños de Caracas”, pero recibió su nombre actual en honor de José Manuel de los Ríos un médico y escritor venezolano considerado el precursor de la pediatría en el país y quién falleció en 1914. En agosto de 1958 se creó la Sociedad de Médicos del Hospital, la cual ha jugado un papel relevante en la lucha por las mejoras y ampliaciones del Hospital y en defensa de los derechos del niño venezolano a recibir atención oportuna y eficaz.

Este hospital caraqueño gozó de muy buen prestigio. Hoy, sufre de graves contingencias que le impiden funcionar con la eficiencia de otras épocas. Falta seguridad, medicamentos y los equipos e instalaciones se encuentran en deplorable estado. De hecho, desde 2018 están suspendidas las operaciones en sus quirófanos. Los techos presentan filtraciones y las remodelaciones no cumplen con estándares de la OMS.

Tampoco tienen reactivos para hacer exámenes de laboratorio. Desde enero, los niños con desnutrición no reciben suplementos alimenticios. Ante este panorama, la CIDH determinó que la situación del derecho a la salud en Venezuela viola las obligaciones del Estado relacionadas con sus dimensiones de garantizar la disponibilidad y el acceso sin discriminación a medicamentos, insumos y materiales médicos.

Todo ello hace más pertinente y providencial la labor de las dinámicas y solidarias mujeres que integran el combativo grupo de Prepara Familia.

La organización no gubernamental (ONG), alertó este jueves que el Ministerio de Salud no entrega las fórmulas a las madres que poseen VIH y que no pueden alimentar a sus hijos por lactancia materna. Exigió al Estado respetar los derechos de los niños más vulnerables y en especial aquellos hospitalizados o que tienen patologías crónicas y no pueden acceder a las medicinas y operaciones que requieren. Además, denunciaron: “En el Hospital J.M de Los Ríos no hay agua, ni han surtido los tanques con cisternas, en consecuencia los niños de nefrología no pueden recibir hemodiálisis, es urgente!”.

El 22 de febrero, un tuit de Voz de América informaba: “Dos mujeres al día mueren por complicaciones con el embarazo” en #Venezuela, declaró Katherine Martínez, directora de @preparaflia durante su intervención en la audiencia pública de DDHH sobre su país realizada en Colombia. En ese marco, igualmente denunciaron que en el 2017 los niños con desnutrición ascendieron 32 casos.

Prepara Familia lleva nueve años funcionando. Hace pocas horas impactaron en las redes con esta información: podrían estar muriendo un número no determinado de niños y adultos diariamente en Venezuela. Unos, casos que han trascendido a la opinión pública, como el reciente dato procedente del Hospital Universitario “Dr. Manuel Núñez Tovar”, en Maturín, Monagas, desde donde se reportó la muerte de 18 niños, entre la edad de lactancia y los cuatro años, fallecidos como consecuencia de la desnutrición.

El día 22 de febrero Yacirka Vásquez, directora del área pediátrica de Hospital, informó que durante el mes de enero ingresaron 25 menores que presentaban cuadros de desnutrición crónica “y en febrero se reportó el ingreso de cuatro más. De esos 29 casos, solo 11 sobrevivieron”, indico la doctora. Otros casos se desconocen pues ni siquiera llegan a ser denunciados.

Ya Cáritas lo había advertido desde octubre del 2017: “En Venezuela podrían perecer 300 mil niños por desnutrición”. Puesto que el Estado rehúye sus responsabilidades en la salud pública, arruina la producción agrícola y se niega sistemáticamente a la llegada de ayuda humanitaria, estamos hablando de un verdadero genocidio, lento, sin pelotones de fusilamiento, sin bombardeos ni guerra declarada, pero sin alimentos ni medicinas. El resultado es un genocidio.

La que llevan a cabo las damas de Prepara Familia en el más emblemático y congestionado hospital de niños caraqueño es una labor que no deja dinero, sino satisfacción: dar apoyo moral a las madres que luchan para salvar las vidas de sus hijos. Ahora no solo las escuchan asisten y acmpañan, sino que además les enseñan a ser emprendedoras.

Dado que las madres no se pueden separar de las camas de sus hijos, han generado un programa de emprendimiento para ellas: han conseguido patrocinadores para que se les den cursos de manualidades y artesanías.

“Así cuando ellas salen del hospital se van con una herramienta. Una vez en sus estados -muchas son del interior del país- pueden dedicarse a una labor que las ayude con el sustento diario, sin necesidad de salir de sus hogares. Adicionalmente, crearon fondos para costear gastos funerarios de los niños y regularmente lanzan campañas de crowdfunding (recaudación de fondos) a través de una plataforma digital para apoyar a las madres, niñas y niños del Hospital.

La Revista SIC, órgano de difusión de los jesuitas en Venezuela, les dedicó un reportaje titulado: “La infancia no puede ser el final”. Grupos de abogadas y otras profesionales se han integrado a sus labores, armando alianzas para ofrecer sus servicios de manera gratuita.

La idea era de brindar ayuda espiritual a las madres que estaban recluidas con sus bebés en este centro hospitalario. Pero una vez en las habitaciones y en pasillos del nosocomio, las necesidades se desbordaron y quienes fueron como voluntarios esa primera vez decidieron poner todo su entusiasmo para trabajar en pro de los derechos de las mujeres a una vida libre de violencia al tiempo que las ayudaban con las medicinas y los alimentos. Ahora, ese brazo amigo incluso las convierte en emprendedoras.

En principio, el acceso que tenían a estas personas era para brindar apoyo espiritual. Katherine Martínez, presidenta de la ONG explica: “Llegamos como voluntarios católicos al J. M. de Los Ríos porque queríamos apoyar a estas personas en su dura situación. Preguntamos a las enfermeras por el área más crítica y nos dijeron el piso 5, donde están Neurocirugía y Nefrología. Pero qué va, nos dimos cuenta de que había muchas necesidades, así que nuestra primera intención nos duró solo horas. De inmediato dimos un gran paso porque nos comprometimos con esa realidad y hoy en día apoyamos a esas mujeres en su lucha para salvar las vidas de sus pequeños hijos”.

Contra viento y marea, todos los días del mundo, ocho voluntarios que conforman esta organización —en su mayoría abogados—, sudan la gota gorda para tratar de aportar un poco de bienestar a las madres y a sus hijos: cada día sortean más dificultades para conseguir los medicamentos y la comida.

Todos los viernes, con apoyo de varios liceos de la zona, organizan actividades recreativas para los niños del hospital. También, al final de cada mes celebran los cumpleaños de la gente que hace vida en los servicios; buscan donativos de medicamentos y alimentos para los más necesitados, y algo muy caritativo: como las madres no se pueden separar de las camas de sus hijos, consiguen patrocinadores para que les den cursos de emprendimiento.

“Así cuando ellas salen del hospital se van con una herramienta. Una vez en sus estados, pues muchas son del interior, pueden dedicarse a una labor que las ayude con el sustento diario, sin necesidad de salir de sus hogares”, expresó Martínez.

Todo lo que hacen en el hospital lo combinan con eficiencia en sus empleos regulares sin, por supuesto, descuidar la atención a sus respectivas familias.

Administran centros de acopio donde reciben donaciones que van desde ropa, pañales y medicinas hasta alimentos no perecederos. Piden por las redes sociales y la gente responde con esa solidaridad que solo se activa cuando se vive el mismo drama y constata que, al compartir las cargas, se reducen a la mitad.

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