La religión y la fe no son “un espectáculo”. Lo afirmó el papa Francisco en la Misa matutina en Casa Santa Marta, reflexionando sobre la Primera lectura dedicada a Naamán el Sirio, y sobre el Evangelio en el que Jesús explica que ningún profeta es aceptado en su patria.
El Pontífice explica que en ese tiempo de Cuaresma, la Iglesia quiere hacer reflexionar sobre la conversión del pensamiento, además de la conversión de las obras y de los sentimientos.
No esperar el "espectáculo" de Dios
A propósito del episodio de Naamán el Sirio, enfermo de lepra, el Papa recuerda que “va donde Eliseo para ser curado” y le aconsejan que se bañe siete veces en el Jordán.
Piensa que los ríos de Damasco son mejores que las aguas de Israel, “se enfada, y quiere volverse sin hacer caso”, recuerda Francisco, porque “este hombre esperaba algo espectacular”. Pero el estilo de Dios, añade, es otro: “cura de otra manera”.
Lo mismo sucede con Jesús, que vuelve a Nazaret y va a la Sinagoga. Al principio “la gente le miraba”, “estaba sorprendida”, “estaba contenta”.
La gracia de la conversión
La Iglesia, subraya Francisco, nos invita por tanto a cambiar de manera de pensar, de estilo de pensar. Se puede recitar “todo el Credo, incluso todos los dogmas de la Iglesia”, pero si no se hace “con espíritu cristiano”, no sirve de “nada”.